Los amantes del cine de acción pueden guardar los frascos de Prozac porque el regreso de John Wick no defrauda en absoluto.
Luego de tanta basura que llegó a la cartelera dentro de este género, como las continuaciones de El mecánico (Jason Statham) y xXx, por fin no encontramos con una película que rescata la gloria perdida que tuvieron estas producciones entre los años ´70 y ´90.
La aparición de Buster Keaton, el padre de los dobles de riesgo, en los créditos iniciales no se incluyó por una simple casualidad.
Las historias de John Wick fueron realizadas por artistas que aman y respetan el cine de acción.
Por esa razón el fan del género la disfruta desde otro lugar, porque sabe que propuestas de este nivel no son moneda corriente entre las ofertas de los grandes estudios de Hollywood.
Como ocurrió en los años ´70, las películas más creativas de este estilo hoy surgen en el circuito independiente, que es el lugar donde los realizadores evaden la presión de tener que cuidar el tratamiento de la violencia para que los espectadores de 13 años puedan pagar la entrada al cine.
El director Chad Stalheski, quien sigue siendo un doble de riesgo activo, en esta labor supo estar a la altura de la presión que generaba la continuación del film original.
La primera entrega fue un soplo de aire fresco en el género ante tantas decepciones y replicar el mismo impacto en el público no era sencillo, ya que la novedad del personaje a esta altura se desvaneció.
Stalheski optó por el camino correcto y utilizó la continuación para explorar con más detalles ese submundo fascinante de asesinos a sueldo que rodean a Wick.
El conflicto tal vez no tienen el mismo peso que el film anterior pero contribuye a desarrollar un poco más el mundo en el que se desenvuelve el protagonista.
Una particularidad que amé de la primera entrega es que la historia no era completamente seria y presentaba algunas situaciones absurdas muy divertidas.
En el segundo capítulo levantaron la apuesta en ese aspecto y personajes nuevos como el "somellier" de las armas de fuego son brillantes.
Creo que la escena desopilante en la que Wick sale a comprar armas en Europa será una de las más comentadas a la salida del cine.
El director logra construir un balance perfecto entre la comedia y el suspenso y el relato se vuelve mucho más emocionante hacia el final por las consecuencias que generan las acciones de John Wick.
Desde los aspectos técnicos nos encontramos ante una obra de primer nivel que le da una cátedra a directores y estudios de Hollywood sobre cómo trabajar el género en serio.
Stahelski hizo todo bien y presenta un film que es un elixir para el amante del buen cine de acción.
Los efectos digitales imperceptibles (como deben ser), coreografías de pelea impecables, donde se puede apreciar con claridad los movimientos corporales de los actores, tiroteos brillantes que fueron editados con una coherencia narrativa y persecuciones que nos recuerdan por qué el Ford Mustang es el auto más grande del cine.
El tributo que le rinde Stahelski al director Robert Clouse y Bruce Lee, en una secuencia que homenajea Operación Dragón, es la cereza de la torta.
Y como si esto no fuera poco tenés en el reparto a uno de los gigantes más queridos del cine italiano, especialmente dentro del spaguetti western.
John Wick 2 es uno de los grandes estrenos de este mes y recomiendo disfrutarla en la pantalla grande.