Una vez más tenemos en pantalla a John Wick (Keanu Reeves) un personaje que gustó en su primera entrega, viudo, que vive con su fiel compañero: un perro, un ser poco simpático pero que llena la pantalla con sus luchas bien coreografiadas, el buen uso de las artes marciales (algunos recordaran al inigualable Bruce Lee), una estupenda acción que no da respiro, tensión y humor muy negro. Cuenta con un buen montaje, efectos visuales, banda sonora y fotografía. Su desarrollo es atrapante y un elenco de secundarios sólidos. Queda abierta para una tercera parte.