Un poderoso cóctel de adrenalina y sangre
La tercera entrega de la saga de acción redobla la apuesta de sus antecesoras. Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne y Halle Berry integran el elenco de la película
Primero tuvo que vengar la muerte de su perra y el robo de su auto. Luego tuvo que enfrentarse a la camorra italiana. Ahora el implacable John Wick tiene que escapar de un sinnúmero de sicarios que quieren eliminarlo. Sin la protección del sindicato internacional al que pertenecía, el hombre deberá valerse de todas sus virtudes físicas para evitar caer bajo las balas de los distintos caza-recompensas que le siguen sus pasos.
Es interesante lo que ha ocurrido con esta saga. Nacida con un filme independiente de bajo presupuesto como puntapié inicial, fue creciendo en popularidad gracias al boca en boca, generando una secuela de mayor presupuesto que triunfó en taquilla y que terminó derivando en esta tercera entrega, que pese a contar con más recursos, no ha perdido su espíritu de "clase B".
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Tráiler de la película "John Wick 3: Parabellum"
Las tramas principales de la trilogía son sencillas, casi una excusa para generar un espectáculo muy bien compuesto de luz, coreografías de acción y virtuosismo visual. Pero esto no significa que el guion no tenga solidez, por el contrario, en su sencillez se encuentra la base para que todo el andamiaje artístico funcione. Y es que John Wick nunca intenta ser pretenciosa, por el contrario cumple con su premisa a rajatabla: entretener sin culpas.
Chad Stahelski, el hombre detrás del mito, vuelve a valerse de su pericia a la hora de rodar escenas de acción y combate cuerpo a cuerpo (muchos de ellos filmados en planos secuencia, a puro realismo) para regalarnos un verdadero festín del género, con actores y stunts sólidos y bien entrenados acompañando a la figura principal. Un montaje frenético al ritmo de la banda de sonido exacta es una guía por este viaje de dos horas de metraje que nunca decae. De esta manera, supera a su predecesora, que presentaba algunos baches argumentales que la hacían más despareja.
Los litros de sangre que inundan la pantalla, los casquillos de balas que vuelan por los aires y los filosos enfrentamientos con cuchillos (verdadero plato fuerte de esta secuela) no serían nada si no tuvieran como figura principal a Keanu Reeves, un intérprete con muchos matices, creíble, empático y dotado de una gran destreza física, el indicado para un papel digno del más violento videojuego. Y si el protagonista de Matrix encontró el personaje de su vida en esta franquicia, quienes lo secundan, lo hacen con igual pasión. Es un verdadero lujo para el género enfrentarse a un cast tan atractivo como el que conforman Anjelica Huston, Ian McShane, Laurence Fishburne y Halle Berry.
John Wick es sin dudas un emblema, la corporización de un héroe de los ochenta agiornado para el disfrute de las nuevas generaciones de espectadores. Tan mortífero como irresistible. El último personaje de culto.