Wick Recargado
Creativa, cómica, violenta, coreografiada impecablemente y con un diseño de producción suntuoso y estilizado, John Wick 3: Parabellum (John Wick: Chapter 3 - Parabellum, 2019) canoniza la trilogía protagonizada por Keanu Reeves como uno de los mejores seriales de acción de este siglo. La trama nunca volvió a ser tan tensa o emotiva como Sin control (John Wick, 2014) pero en materia de personalidad, adrenalina y virtuosismo técnico cada film no hace más que superar al anterior.
Retomando la historia inmediatamente luego de su abrupta conclusión al final de John Wick 2 (John Wick: Chapter 2, 2017), John Wick (Reeves) huye por las calles de Nueva York, contando los minutos hasta que la Orden Suprema de asesinos a la que solía servir lo excomulgue oficialmente y ponga un precio exorbitante sobre su cabeza. Son estas reglas y códigos de honor lo que hacen de estas películas tan divertidas: por más caprichosas o infantiles que suenen son observadas con absoluta seriedad, y esencialmente delinean una cancha de juego en la que lo único que limita a los jugadores es su creatividad para doblar reglas sin romperlas.
Corriendo de noche por Nueva York Wick llega inevitablemente a Times Square, donde se divisa en las carteleras de neón el pétreo rostro de Buster Keaton. El memento promete y no decepciona: perseguido por todos, eternamente traicionado y asistido por los elementos, con entradas inusuales y salidas aún más inusuales, dedicado a extensos planos secuencia y con un don nato para la improvisación, Wick canaliza la corporalidad del clown silente mejor que nadie. Las escenas de acción se transforman en rutinas cómicas y viceversa con una fluidez deleitable.
La trama tiene a Wick repeliendo hordas y hordas de asesinos mientras busca desesperadamente la forma de contrarrestar, dentro de sus ridículas leyes, a la Orden Suprema que lo quiere muerto. Es el tipo de historia que se alimenta del tono y la onda de las escenas y de los personajes que se las roban, más que de carga dramática o evolución narrativa. A lo largo de tres películas ha juntado un elenco de aliados formidable, interpretados por Ian McShane, Lance Reddick, Laurence Fishburne y excelentes recién llegadas como Anjelica Huston y Halle Berry.
Mientras el tour de force de acción dura es inmejorable, pero el balance final de la película es menos contundente de lo usual. En vez de coronar una trilogía, el final simplemente regresa a todos los jugadores al casillero de partida y promete más de lo mismo. Como en el caso de las Misión Imposible, “más de lo mismo” siempre es bienvenido aún ante el riesgo de agotar la buena fe del espectador en una historia con principio, medio y fin. Hay una técnica para crear un buen film de acción y el director Chad Stahelski, el guionista Derek Kolstad y su estrella Keanu Reeves la dominan con una gracia y estilo dignos del género.