La tercera parte de la saga sobre el asesino a sueldo más apático y con más onda, "John Wick 3: Parabellum", de Chad Stahelski, es una película a tantas revoluciones por minuto que no tiene tiempo ni de contar una historia. La historia del eterno Ave Fénix, Keanu Reeves, un actor que siempre está a punto de pasar a producciones menores, quedar relegado al streaming o a películas muy estilo Clase B, y siempre encuentra un modo de reinventarse y volver al candelero.
Soporta críticas por su parquedad actoral, por su expresividad no muy notoria, pero todo lo suple con un extraño carisma y una historia real detrás del personaje, que hace que lo banquemos en todas.
En 2014, luego de ser actor joven indie, estrella de acción mundana, protagonista de una trilogía de ciencia ficción ícono de fines de principios de siglo, y galán romántico dramático; venía de la impresentable "47 Ronin", y la olvidable remake de "El día que paralizaron la tierra". Ya se encontraba a las puertas del Clase B cuando una de esas películas, sorpresivamente, la pegó.
"John Wick" (que para los no memoriosos acá se llamó "Sin control") era una película de acción barata con un argumento curioso; un asesino a sueldo vengando la muerte de su perrita en manos de unos mafiosos que querían cobrarse una deuda. De la noche a la mañana, no sólo se convirtió en un éxito, sino en un ícono y culto del cine de acción actual, momentos en los cuales el género atraviesa no las mejores aguas.
¿Por qué? Porque es diferente, rescata algo que en la época de oro sobraba, gracia e inventiva, carisma, por sobre músculos y sexistas chicas en bikini.
Ahora estrena su tercera entrega y, a diferencia de la primera, es una de las películas más esperadas de la temporada, y ya es todo un éxito (en EE.UU. se estrenó la semana pasada y destronó a "Avengers: Endgame" del primer puesto en la taquilla) ¿Está este tercer capítulo a la altura de semejante expectativa? Por supuesto que sí. La cosa es así, en la primer película, él salía a cobrar venganza por la perrita y a recuperar su auto robado.
En la segunda (guarda con el spoiler si no la vieron y tiene intenciones), le incendiaban la casa al negarse aceptar un trabajo, y sale en busca otra vez de venganza, lo cual termina siendo todo un engaño para que vuelva “a trabajar”, y sobre el final asesina al líder Santino D’Antonio (Riccardo Scamarcio), lo cual, lo pone en la mira de la organización sindical de asesinos a sueldo y mafiosos central en la historia.
Así, arranca este nuevo film, a puro tiro, golpe, velocidad, y ritmo imparable. John Wick (por si no entendieron, él es Keanu Reeves) fue “excomulgado” de la organización y se ofrece una recompensa por su cabeza que, a medida que pasan los minutos, va creciendo hasta ascender a los U$D14.000.000; por lo cual deberá enfrentarse a varios personajes que quieren su tajada, y tienen sus propios intereses.
También deberá trazar nuevas alianzas ¿duraderas? "John Wick 3: Parabellum", que continúa dirigida por Chad Stahelski como las dos anteriores – David Leitch se bajó en la primera y sigue como ejecutivo – prácticamente no tiene una historia o argumento que contar; es un clásico film de intermedio (sí, ya se anunció una cuarta entrega para 2021), y en el que todas las escenas son tan a las apuradas que ni quiera se toma su tiempo para hacer una introducción (y eso que a diferencia de las dos anteriores, tiene varios guionistas). Mantiene el mismo ritmo, como si fuese un cronómetro descendiente, desde el primer minuto hasta el último.
Sí, se reconoce, para la entrega anterior, las opiniones no fueron las mejores. De los errores se aprende, y se entendió que cada una de sus tres partes les da a su público lo que fueron a buscar; por eso son tan populares. ¿Alguien va a ver "John Wick 3: Parabellum" en busca de una gran historia intrincada con ribetes?
Lo que importan son las secuencias de acción, y de eso abundan, y bien al estilo de la saga, cada vez más perfeccionadas en ese sentido, bien inventivas. Aprovechadas por una cámara y una puesta siempre elegante.
Hay personajes que aparecen, pareciera que van a ser fundamentales, y de golpe desaparecen sin mayor peso; hay varias incongruencias; y se necesitarían varias explicaciones más de cómo y por qué suceden determinados hechos. Pero no importa, las escenas de acción no se limitas a empuñar un arma gigante y cargarse un contador de cuerpos, o a pegar piñas y patadas luciendo una musculosa sudada.
No, en John Wick cualquier cosa puede ser un arma, y las coreografías tienen todo el entramado que la historia no tiene. La clave es, cuanto más ridículo, gracioso, e inverosímil es, mejor es. Un libro puede ser mejor que una trompada, y un látigo improvisado puede ser mejor que un arma de fuego. Por supuesto, nada de atuendos vulgares, todos en exquisitos trajes y vestidos de fina costura.
Un ambiente entre noïr y neón, cuidado diseño de arte, y una elegancia casi nórdica ochentosa en su aspecto (la idea de este sindicato, hotel incluido, sigue siendo muy buena); hacen u gran aporte. Es poco lo que cambió en "John Wick 3: Parabellum", sobre todo respecto a la anterior secuela. Se nota una mano más prolija en el montaje, no tan abrupto como en aquella; y definitivamente ya no quedan rastros de solemnidad.
Si bien no hablamos de parodia, ni de una comedia de código abierto, asume su completa inverosimilitud y la tuerce a su favor en pos del entretenimiento. Keanu Reeves es todo. Para este entonces se siente muy cómodo como John Wick, y otra sería la película sin su presencia. Tiene tanto estilo, algo tan natural, que hace que lo amemos.
Su sola presencia repunta cualquier momento débil. En el resto del elenco encontramos varios conocidos como Halle Berry, Laurence Fishburne, Ian McShane, Angelica Huston, Lance Reddick, y hasta el astro del cine de acción de fines de los ’80, principio de los ’90 Mark Dacascos.
Todos correctos, haciendo lo que tienen que hacer, divertirse, pero por debajo de Keanu, la verdadera y única estrella del plato. "John Wick 3: Parabellum" no engaña ni defrauda a los que saben qué van a buscar en una saga que ya está instaladísima. Faltará alguna cosa, sobrará otra; pero al fin de cuentas, lo que importa – Keanu y los golpes con cualquier cosa – lo encontramos y en su mejor forma. Fans, a por ella.