Una película de acción, entendida como una manera de crear emociones sólo a partir del movimiento.
John Wick es como un milagrito en Hollywood: una saga que apareció de la nada, con una premisa absurda al principio pero que generó un auténtico culto (en este momento, la tercera entrega destrona de la taquilla americana a “Avengers-Endgame”).
Aquí la comunidad de asesinos va detrás del atribulado John, la máquina de matar perfecta. La sorpresa por el universo fantástico y lleno de excentricidades bellas de la primera película ya no está, el mundo subterráneo que plantea es toda una sociedad y Wick se ha vuelto un poco más complejo.
Nada de eso conforma el atractivo de la película sino transformar las escenas de acción en obras plásticas realizadas con una combinación de ojo estético y precisión tecnológica que es muy difícil de encontrar.
Cine de acción entendido como una manera de crear emociones sólo a partir del movimiento, lo que no está lejos del cine más experimental.