1, 2, Ultraviolento.
La exitosa saga del experto asesino obligado a salir de su retiro para tomar venganza, al que da vida Keanu Reeves, regresa con un nuevo capítulo donde la acción pura y dura sigue siendo el motor del film. La tercera entrega continúa en el punto exacto en el que concluyó su predecesora, con John Wick junto a su fiel pitbull corriendo por su vida que es amenazada al ser perseguido por todas las familias mafiosas y asesinos a sueldo de Nueva York. Como se ha puesto un precio de 14 millones de dólares para dar caza al implacable mercenario de pocas palabras, todo el mundo ruega por un pedazo de John Wick, lo que implica que el director dobla la apuesta ofreciendo un mayor caos y acción encarnizada por doquier.
En esta ocasión, una vez cumplido el tiempo de ventaja que le dio su viejo protector Winston (Ian McShane), el protagonista no cuenta con ningún tipo de protección, por lo cual es él contra el mundo. Arraigado bajo ese simple puntapié inicial, el film de Chad Stahelski resulta una alucinante experiencia, intensa y adrenalínica. Claramente esa sensación de fuerza imparable ya estaba presente en los dos filmes anteriores, pero en esta ocasión es utilizada reinventándose en cada secuencia de acción, con una mayor inventiva coreográfica cargada de cruda violencia. De esta manera, cada enfrentamiento de John Wick funciona como algo jamás visto, por más absurdo que pueda resultar por momentos: aquí solo hay lógica para la acción en toda su expresión.
Es así como el film no pierde tiempo en implosionar, con todo lo que tiene para dar a los pocos minutos de haber comenzado, comenzando con una serie de secuencias que tan solo pasarán a detenerse como elemento para tomar respiro, preparándonos para una dosis siempre más cargada que la anterior. La variedad de espacios y entornos donde se producen los enfrentamientos es lo que permite esa carga intensa de violencia, a la vez que gracias a ello también hay una sensación de cambio constante que impide que el film se vuelva repetitivo. Al menos eso en lo que refiere a gran parte de su desarrollo, ya que no evita flaquear un poco, más que nada con todo lo relacionado a la participación de Sofia (Halle Berry), una vieja compañera de John con la que se halla en Marruecos y que resulta lo menos interesante del film. Pero sin tardar demasiado, y regresando a la ciudad del protagonista, es que la historia regresa a brindarle lo mejor al espectador.
El guion que conforma a cada una de las entregas de la saga no es nunca nada demasiado elaborado, pero sí lo es la espectacular manera en que cada momento de acción y cada espacio en el que se sitúan los personajes se encuentran narrados de una forma única. Es por ello que se puede pasar de una cruenta pelea en una biblioteca (utilizando tomos de libros como armas) a una lucha dentro de una armería (tomando armas blancas como herramienta de combate) a otro enfrentamiento en medio de un establo, siendo los equinos los elementos para poner fuera de juego a sus oponentes… como no podía ser de otra manera. Es debido a esa originalidad constante que funciona tan bien en el componente de acción, y sobre todo que acompaña perfectamente a la presencia invencible del protagonista, lo que hace a los films de John Wick un disfrute total en la forma de golpes y sangre.
Este tercer film de la saga resulta realmente toda una fiesta para los fanáticos del género de acción, pero más que nada también para todo espectador que tan solo quiera encontrar una experiencia única que lo colme de alegría luego de verla. Y es que a pesar del dolor y la crudeza encarnizada que deja un reguero de sangre tras el paso de John Wick, la virtuosa manera de llevar a cabo el nivel de violencia es de una espectacularidad tal que resulta imposible reaccionar ante ella de ninguna otra forma más que encantado de presenciarla.
Con el estreno de este tercer capítulo estamos lejos de haber presenciado lo último de John Wick, siendo que ya se ha confirmado una cuarta parte para estrenarse en 2021. Siempre es un placer ver en pantalla a Keanu Reeves, y si ello implica verlo matando a todo aquel que signifique un problema para él o para su perro, más aún. John Wick no descansa y aún hay muchas más cabezas por cortar, o por disparar, o la manera más original de asesinar que se le ocurra en el futuro.