Alimentándose una vez más de las películas de James Bond y tomándose el espionaje en solfa, Johnny English 3.0 brinda entretenimiento inocuo y permite el lucimiento de Rowan Atkinson-famoso por su rol de Mr. Bean- en la piel del torpe agente secreto del Servicio Británico que debe volver a la acción a pesar de estar retirado como profesor en un instituto secundario.
Un ataque cibernético a gran escala lo empujará a encontrar al hacker responsable cuando las identidades de todos los agentes secretos activos en Gran Bretaña quedan al descubierto. Junto a su compañero Bough -Ben Miller- y siguiendo la pista de Ophelia -Olga Kurylenko, que casualidad la actriz de Quantum of Solace, de la saga Bond -, una agente encubierta, las situaciones inverosímiles y el absurdo no tardan en aparecer.
En ese sentido, el humor se hace presente a través de los gags físicos y las morisquetas del actor, un sello indiscutible de la serie, en escenas que imponen su estilo humorístico. Hay un ataque con misiles a un grupo de ciclistas que obstaculizan el paso; una simpática secuencia en un restaurante en el que se hace pasar por mozo y un alocado baile en la disco. Humor tonto, blanco y efectivo para los seguidores de este tipo de propuestas en la que tampoco falta la acción y en la que participa Emma Thompson en la piel de la Primer Ministro, que mira atónita las tonterías del protagonista. De Londres a Francia, entre invenciones tecnológicas, submarinos y métodos arcaicos pero eficaces para sus misiones, el agente sobrevive en esta tercera entrega.