Con licencia para parodiarse
Rowan Atkison surgió a la popularidad junto al personaje que encarnaba en los famosos cortos televisivos Mr. Bean. Luego llegarían los secundarios en muchas películas de la factoría de Richard Curtis, y el riesgo con ventura en 1997 de llevar a la pantalla grande a su clásico personaje hasta ese entonces solo probado en los cortos mudos.
En 2003, cuando se estrenó Johnny English todo olía a un mero manotazo de ahogado y rescate de popularidad, aplicando la clásica fórmula del ciudadano común, medio/muy tarambana, que terminaba como agente de seguridad/agente secreto.
Johnny English era eso, pero también era una comedia que si bien no descubría la pólvora, cumplía con entretener.
Recién en 2011 Atkinson apareció con una secuela que nadie parecía pedir. Sorprendentemente Johnny English Recargado fue mejor que la original. Ahora, siete años después, llega la tercera entrega, confirmando que, al revés de lo que indica la norma, cada entrega es mejor que la anterior.
Johnny English 3.0 tampoco apunta a ser el producto más original del mercado, pero en su mezcla de diferentes estilos de humor, su ritmo clásico, el talento de todo el elenco, y la capacidad para burlarse de sí misma, se posiciona muy por encima de lo esperado.
Llamen al inepto
El mundo se encuentra en jaque. Un ataque cibernético deja expuesta la identidad de todos los agentes del servicio secreto británico en actividad. Ante la posibilidad de nuevos ataques, la Primer Ministro (Emma Thompson) solicita que se convoque a los agentes retirados aún con vida.
A esa convocatoria a la que acude un grupo digno de un club de jubilados refinados (la cantidad de chistes a la saga de 007 en esos minutos es incontable), acude también Johnny English, quien ya en la segunda película había pasado de ser el conserje de la agencia a ser un agente.
Ahora Johnny está jubilado, tiene más de 60 años y se emplea como profesor en un instituto primario, enseñando técnicas de disfraz.
Torpeza va, torpeza viene, no les quedará otro remedio que elegir a Johnny como el encargado de descubrir quién se encuentra detrás de estos ataques cibernéticos. Misión para la cual formará dúo con su segundo Bough (Ben Miller), al que tampoco le sobran las luces, y una doble agente rusa (Olga Kurilenko, link perfecto entre Bond y English).
Paralelamente, la neurótica –y tampoco muy hábil, vamos a decirlo– Primer Ministro, decide sellar un pacto con un magnate de la informática (Jake Lacy) por una red de seguridad que parece infalible. Sí, en realidad, es este joven millonario quien está detrás de los ataques, y todo es un plan para que las naciones del mundo le entreguen el control de su seguridad informática.
Nuevamente, la trama de espionaje no es sorprendente, pero no está mal llevada, resulta bastante actual, y si se le quita lo humorístico podríamos imaginarnos que perfectamente se incluiría dentro de algún capítulo del personaje creado por Ian Fleming.
De nosotros me río
Johnny English 3.0 mezcla mucho humor físico, especialidad de Atkinson sumada a su gestualidad elástica, con un timing de situación que casi la acerca a La pistola desnuda u otras de Zucker/Abrahams. También hay humor de diálogo afilado absurdo/inteligente propio de los ingleses. Entre toda esa mixtura, permanentemente hay un gag en pantalla, y lo primero que sorprende es que todos son efectivos.
Johnny English 3.0 basa su humor aprovechando la edad de su protagonista, y se ríe del reniego a los adelantos tecnológicos, parodia el clasicismo propio bondiano y también se burla de la propia cultura inglesa.
La Primer Ministro compuesta por Thompson (brillante) es cholula, algo ignorante e inoperante; los servicios de inteligencia también tienen lo suyo, plagados de una burocracia inexplicable. Y la sociedad misma mantiene un orden que solo complica el juego.
A diferencia de la primera y Recargado, aquí el humor no se limita a una parodia de las sagas de espías. Lo toma como base para expandirse y así resulta muy fresca y divertida.
Como dijimos, al talento conocido para el humor de Atkinson (que con los años solo parece mejorar), sumémosle a todos los secundarios que se divierten y nos divierten. Saben que están haciendo una comedia pero no por eso subestiman: entregan un humor de calidad. Emma Thompson, Ben Miller, Olga Kurilenko, y Charles Dance, todos están en un perfecto nivel, teniendo gags propios, no necesariamente siendo solo el apoyo del protagonista.
El novel David Kerr cumple en otorgarle dinamismo y hacer que esta comedia se vea actual y clásica a la vez, como para convencer al público amplio. Con más vigor que nunca, Johnny English 3.0 divierte en buena ley, ofrece un producto liviano pero que respeta la inteligencia de su espectador.