Perdón Clouseau
Tercera desventura para el torpe agente del MI7 al servicio secreto de su majestad conocido cinematográficamente como Johnny English. Hasta el momento deudor en cantidades siderales de aquel mítico inspector Clouseau inmortalizado por el genial Peter Sellers en las sagas de La Pantera Rosa de décadas pasadas, muuuy pasadas como el humor que pretende insuflarle a esta mediocre comedia física un correcto Rowan Atkinson, a quien se prefiere muchísimo más en su creación muda Mr Bean.
En este caso, el foco de la historia ubica a Johnny English en una misión que involucra la cyber tecnología en manos de un villano, portador de un algoritmo que puede poner en jaque al mundo y al planeta en segundos, una agente de la KGB para un penoso lucimiento de la bella Olga Kurylenko, sin dejar de lado la participación de la gran Emma Thompson en la piel de la Primer Ministro británica.
Del mismo modo que ya ocurriera en las dos anteriores presentaciones -2003 y 2011- el guión muestra sus debilidades desde el minuto 0. Se apoya demasiado en los tics y guiños de Atkinson pero jamás cobra vuelo propio o presenta, dentro de su menú de gags físicos o retrueques verbales, alguno que valga la pena por su originalidad.
El compendio de chistes viejos podría hablar de un humor gastado y analógico en la era digital por ponerle en esta nota una pizca de ironía al argumento básico del film, dirigido por David Kerr, prolijo y al servicio de su majestad Rowan Atkinson.
Sin embargo, a la media hora, o antes, el bostezo avanza y la película cae en el pozo de las obviedades con un final a las apuradas que hace del equívoco su único aliado para darle sentido a todo.