Al servicio de Rowan Atkinson
Tras su traumático paso por Mozambique, Johnny English se encuentra meditando en las montañas orientales. Hasta allí llegarán sus jefes para relanzarlo como agente secreto al Servicio de Su Majestad. Johnny English Recargado (Johnny English Reborn, 2011) es otra excusa -eso sí, más espectacular que su antecesora- para explotar el humor físico de Rowan Atkinson y combinarlo nuevamente con la trillada trama de espionaje estilo James Bond.
Recluido en un templo oriental y rodeado de monjes, Johnny English es asignado nuevamente a una misión por el MI7 (de ahí el título original Johnny English Renacido). Lo que no sabe es que esa misión estará ligada al trauma que English arrastra tras su fracaso en Mozambique. El agente deberá desarticular una organización criminal llamada Vortex, integrada por agentes secretos británicos, a quienes deberá descubrir.
Este mix entre Mr. Bean y James Bond llega a una secuela. Ya la anterior película era floja -por no decir mala- y sólo un par de ideas alcanzaban para conformar a la platea. Una idea es imaginar a Mr. Bean haciendo de agente secreto del servicio británico, la otra, enfrentarlo a situaciones cada vez más delirantes para ver cómo reacciona.
En esta secuela, las situaciones pasan por una persecución en silla de ruedas, una serie de rituales tibetanos, una anciana nipona ultra violenta y demás protocolos oficiales, vestidos de “serios” para la cultura inglesa, que Rowan Atkinson sabe descolocar con sus muecas.
Parece poco, pero quien se siente a ver Johnny English Recargado ya sabe lo que busca. Y en ese aspecto, la película no decepciona, aunque tampoco sorprende. Johnny English está de vuelta haciendo lo mismo de siempre. con eso alcanza para sonreír un par de veces.