Regastado
Ya asumida como parodia de la saga de James Bond allá por el año 2003, esta suerte de émulo devaluado del inspector Closeau -creado por el genial Peter Sellers- llamado Johnny English, interpretado por el británico Rowan Atkinson, vuelve a las andadas en una nueva misión.
A diferencia de su creación más popular y conocida, el silente Mr Bean, el actor inglés construyó este personaje parlante de un agente del servicio británico un tanto torpe pero al que le salen las cosas por puro azar, sin dejar de lado su habilidad para el humor físico más que el verbal.
La franquicia que apela al humor más sencillo con una fuerte impronta gesticular de Atkinson parece con esta nueva entrega Johnny English Recargado desgastada. La dirección de Oliver Parker es apenas correcta y el guión escrito por Hamish McColl y William Davies apela a una batería de chistes fáciles pero efectivos, aunque nada novedosos y a ciertos guiños de los vicios de 007 como los gadgets habituales.
La trama es básica: tras un incidente que terminó en un atentado contra un mandatario africano y del que Johnny english era responsable de la seguridad, el agente se recluye en Oriente junto a unos monjes budistas y regresa con una misión especial: desentrañar una conspiración que busca asesinar al primer ministro chino con serias sospechas de que detrás del grupo de asesinos se encuentra un miembro de Mi7, el servicio secreto británico. Para ello contará con la ayuda de otro agente afroamericano y será altamente vigilado por las autoridades, cuya cabeza de mando recae en su superiora (Gillian Anderson). Por otra parte, dado el confuso atentado, el agente también debe colaborar con la especialista en lectura de micro expresiones faciales (Rosamund Pike), a fin de reconstruir mediante hipnosis los pormenores del atentado para llegar a descubrir la verdad.
El relato se estructura en el derrotero de un film de acción con un fuerte énfasis en escenas para lucimiento del histriónico Rowan Atkinson, quien seguramente deleite a sus seguidores más fieles en un film que no aporta demasiado pero que no deja de entretener y quitar alguna risa a partir de los equívocos o los mohines del británico.