Parodia que no da para más
El cómico inglés Rowan Atkinson, famoso por su personaje de Mr. Bean, reincide sin gracia en la segunda parte de las desventuras de un agente secreto estilo James Bond.
En el año 2003 se estrenó Johnny English, una parodia de las películas de James Bond. Este film ignoraba que hacía más de 30 que se venían haciendo, incluso en la República Argentina. Pero, posiblemente alentados por el éxito de Austin Powers, pensaron que Rowan Atkinson –el famoso cómico inglés que interpretó a Mr. Bean– podía renovar esta clase de comedias, aportando una significativa diferencia. Méritos cinematográficos escasos no le impidieron tener una segunda parte debido a la taquilla de la película. Al agente English esta vez lo van a buscar a un templo budista, en lo que ya es un gag agotado incluso para la comedia. Un trauma por una misión fallida en Mozambique lo ha condenado al ostracismo, pero una nueva aventura le da la chance de reivindicarse y curar esa vieja herida profesional. Ojalá se hubiera realizado esta película con esa intención. Pero lamentablemente ya no estamos ni siquiera frente a una comedia mala, sino, directamente, frente a una película que cuesta reconocer como comedia. El director Oliver Parker, famoso por adaptar clásicos británicos como Otelo, Un marido ideal o El retrato de Dorian Gray, no encuentra el tono adecuado y la mayor parte del tiempo no es fácil reconocer los chistes como tales. Desde los títulos del comienzo –que obviamente parodian las secuencias de títulos de James Bond– vemos que la película tiene un despliegue de producción importante, que hay mucha calidad técnica a disposición de la historia pero aun así es muy poco lo que se consigue lograr. Del humor que hizo a Atkinson popular aquí hay muy poco, apenas dos o tres escenas. La mayor parte del tiempo la película intenta tomar cosas de Austin Powers, del detective Frank Drebin que interpretó Leslie Nielsen en La pistola desnuda y el Inspector Clouseau que inmortalizó Peter Sellers. Pero en la comparación con estos personajes English queda en clara desventaja. Ni la presencia de Gillian Anderson (la recordada agente Scully de Los expedientes secretos X) ni Rosamund Pike, quien supo ser una chica Bond en Otro día para morir, justifican con su trabajo el tiempo que lleva ver esta comedia de acción que no tiene casi nada de comedia y muy pero muy poco de cine de acción. Esperemos estar frente al final de otra franquicia fallida, de esas que no aportan nada y desgastan mucho.