LA VIDA ES NAZI
En lo primero que pensé, con bastante arbitrariedad, cuando termine de ver Jojo Rabbit, fue en Edgar Wright, el talentosísimo director de joyas como Scott Pilgrim, Hot Fuzz, Muertos de risa y una obra maestra como Baby driver. Creo que las últimas películas de Taika Waititi me han provocado la misma sensación que las películas de Wright: la de estar viendo un cine de una vitalidad arrolladora, lleno de ideas que funcionan (aunque algunas no tanto), pero que al fin de cuentas termina siendo, cuanto menos, estimulante.
En Jojo Rabbit se nos cuenta la historia de Jojo (Roman Griffin Davis), un pequeño nazi (literalmente), que luego de asistir a un campamento de verano, al estilo norteamericano pero de las juventudes hitlerianas, descubre que su madre (Scarlett Johansson) esconde en su casa a una refugiada judía (Thomasin Mackenzie). Un detalle más: Jojo tiene un amigo imaginario que es Hitler, una versión híper caricaturizada de este, interpretada por el mismo Waititi.
Es normal, que partiendo de esta premisa, incluso luego de que vemos la magistral secuencia de títulos que nos muestra hordas de nazis haciendo el saludo característico al ritmo de I want to hold your hand, de los Beatles, pensemos que nos vamos a encontrar con un carnaval de la irreverencia, una comedia feroz que puede salir para cualquier lado. Y la verdad que Jojo Rabbit es eso durante 20 minutos y no mucho más. Luego nos empieza a hablar de otras cosas y da la sensación de que Waititi no quiere dejar escapar la oportunidad de hablarnos del contexto de horror en el que está situada la historia, y para esto no tiene problema en pegar un par de volantazos tomando el riesgo incluso de resentir un poco el tono y el ritmo de la película.
Algunos compararon a Jojo Rabbit con La vida bella, uno de los peores insultos que una película, cualquiera sea, puede recibir. Sin embargo, creo que la película de Benigni nos puede servir como punto de partida para decir que el film de Waititi es exactamente su reverso, básicamente porque, como bien dice el amigo Mex Faliero, no niega el horror circundante. Los personajes aquí están en peligro real, podemos ridiculizar a los nazis y reírnos de lo imbéciles que pueden llegar a ser, pero sus balas son de verdad y tienen el poder de la muerte de su lado.
En resumen, Jojo Rabitt no es La vida es bella porque no es abyecta ni manipuladora, es una película sensible que no pierde el punto de vista infantil, con lo cual puede llegar a ser desgarradora, como en cierta secuencia que involucra a una mariposa, y también extremadamente graciosa, como en todas las apariciones de Yorki (Archie Yates), que debería ser incluido de manera digital en todas las aventuras de chicos de los ochenta. Además una película que muestra a Sam Rockwell como un ser humano merece por lo menos un Globo de Oro.
Por último, decir que esta película ha generado debates de todo tipo y criticas buenas en general pero desparejas. Creo que sí es una película que tiene muchas puntas que parecen disolverse o que falla en la intención. Yo creo que Waititi toma una serie de decisiones que atentan contra cierta fluidez narrativa pero que dejan crecer a las ideas que sustentan el film. El director toma riesgos que dividen opiniones, pero estoy del lado de los que les gustó mucho y creo que es una de las películas de este joven año.