El sueño americano
Jennifer Lawrence ganó el Globo de Oro por esta fábula sobre una trabajadora que triunfa con un invento.
Créase o no, el cine de Hollywood sigue exportando al mundo el sueño americano y el mito de la tierra de oportunidades. Esta vez, el medio para desparramar ese mensaje es Joy, inspirada libremente en la vida de Joy Mangano, una madre trabajadora que, gracias a sus invenciones, logró convertirse en una próspera empresaria, como el Tío Sam manda.
El director y guionista David O. Russell (El lado luminoso de la vida, Escándalo americano) volvió a convocar como protagonista a su actriz fetiche, Jennifer Lawrence, la mejor paga de Hollywood, que por este trabajo acaba de ganar su tercer Globo de Oro y seguramente peleará por su segundo Oscar. Es la típica actuación premiable: Joy es una abnegada madre, sostén de familia, que cuida prácticamente sola tanto a sus hijos como a sus padres. Y que lucha contra todos los obstáculos habidos y por haber para imponer su primer gran invento: el Miracle Mop, un lampazo fácil de escurrir y limpiar.
Hay una extraña -y perezosa- decisión de Russell, que decidió contar la historia mediante la voz en off de la abuela de Joy, un personaje desdibujado que sólo toma cuerpo por ese rol de narradora. (Nota al pie: tenemos que dejar de usar la voz en off por al menos dos años). Sí funciona el retrato del resto de las relaciones familiares, lo más interesante de la película: una madre (Virginia Madsen) que no se separa ni un minuto de su cama ni de su televisor; y un padre (Robert De Niro) hiriente, insoportable, inútil, malo, pero amado.
Lo demás -el asunto de las patentes, la venta televisiva al estilo Sprayette; en fin, los negocios- puede ser tan fascinante para estudiantes de marketing como tedioso para el resto de los mortales. Es la fábula del ascenso de una self made woman, un canto a los emprendedores, con una heroína idealizada y una moraleja explícita: en Estados Unidos cualquier utopía puede hacerse realidad. Allá, la inteligencia, el trabajo duro y la perseverancia serán recompensados con una fortuna. Un viejo chiste de norteamericanos.