Subestimando al espectador: Joy: El Nombre del Éxito
Joy: El Nombre del Éxito (Joy) está algo inspirada en la vida de la empresaria Joy Mangano aunque según las propias palabras de su director, David O. Russell, el film no es una biopic. La película se centra en las vicisitudes tanto familiares como comerciales que debe enfrentar Joy (Jennifer Lawrence) hasta convertirse en una persona (en términos del film) exitosa.
Voy a olvidarme de la vara con que se mide el éxito en la película, no voy a desarrollar las ideas conservadoras que se esconden detrás de este relato que se supone, se expresa a favor de la igualdad de géneros. Tampoco voy a hablar de la forma en que el mismo muestra con orgullo a una persona que tiene en su taller a diez mujeres inmigrantes cociendo mopas para ella la noche de navidad (como los duendecitos de santa pero mucho menos simpático). Sabemos que los cuentos de hadas no son para toda la comunidad y la película se encarga de resaltar que ella es especial, no es “cualquier” mujer. Voy a aceptar todas esas reglas para poder continuar hablando de la película.
El principal problema en Joy: El Nombre del Éxito, es su narrativa. Los errores en la puesta en escena, en la interrelación de los actores y el nulo desarrollo en el sentido más básico de las herramientas que funcionan como motor del relato hacen al nuevo film de Russell muy difícil de ver. La actuación de Jennifer Lawrence dadas las características de la obra, es para resaltar ya que sobre ella decae en todo momento absolutamente todo el peso dramático. Se sabe que el director le tiene mucha confianza y que lograron buenas cosas juntos en El Lado Luminoso de la Vida (Silver Linings Playbook) pero su última obra parece concebida sólo para que Lawrence se luzca. Los personajes que la rodean, a excepción de Bradley Cooper, parecen sacados de un manual de tipologías neuróticas destinado a chicos de primer grado (hay que firmar petitorios para que dejen de repetirle personaje a Robert De Niro porque el pobre está dando pena). Todo está resaltado con un gran fibrón grueso en Joy.
Joy: El Nombre del Éxito es un museo de alegorías.
La película, además, basa su expresión discursiva en enormes alegorías. El grado de subestimación hacia el espectador toma niveles alarmantes: Joy atormentada porque no puede realizar su deseo de convertirse en inventora sueña que está en el funeral de una Joy de 5 años que le dice “Hace 17 años me dejaste morir”, en el mismo sueño ve a sus padres destruirle los pequeños “inventos” que realizaba cuando era chica. Por favor ¿es necesario? Otro ejemplo: Joy tiene una hermanastra vengativa que le impide cumplir sus sueños. Muchos van a objetar sobre este punto que se trata de una biopic pero como mencione antes, mucho en el film está ficcionalizado y una de esas cosas es dicha hermanastra. En fin, podría seguir pero algunas de las subestimaciones más graves están en hechos importantes para el argumento y podrían considerarse spoilers.
Joy: El Nombre del Éxito es una película fallida, con extraños baches argumentales para lo simple del relato y que cree que el espectador o es muy pequeño o muy boludo.