Zombis disidentes cubanos
Una película donde los zombis son los disidentes es una clara muestra de la re significación que hacen los cubanos de los géneros de Hollywood. Un recurso utilizado desde la creación del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria), al que adscribe la genial Juan de los Muertos (2011).
Los cubanos siempre resinificaron los populares géneros de Hollywood desde los comienzos del ICAIC (con el proceso revolucionario) y lo siguen haciendo, apropiándoselos, cambiando sus roles de base, para darles un sentido completamente diferente en cuanto discurso. Las aventuras de Juan Quin Quin (1967), película dirigida por Julio García Espinosa (autor de la teoría del Cine Imperfecto) hacía lo propio con el western, pero poniendo en el lugar del héroe a la figura del guerrillero. De este modo instala un tema intrínsecamente cubano en la épica ya consolidada norteamericana.
Juan de los Muertos instala la temática de zombis en La Habana, con los problemas e idiosincrasia cubana de contexto. Y lo hace para hablar de los cubanos, su imagen For Export y sus problemas internos, con los zombis de contexto. Los temas se suceden unos tras otros: luchar por la supervivencia, el individualismo vs. La idea de comunidad, el escape a Miami como fantasía, etc. Hasta aparece un norteamericano portando botas y sombrero estilo texano para traer la solución al conflicto.
La película comienza con el conflicto instalado: los zombis están en La Habana y son plaga. Los cubanos comandados por el Juan del título (Alexis Díaz de Villegas), lejos de atemorizarse buscan la manera de hacer del problema un negocio redituable. Descubren que el inconveniente de la gente no es aniquilar a un par, sino matar a un familiar convertido. Así la famosa frase ante la llamada telefónica es “Matamos a sus seres queridos”. Los personajes son los sinvergüenzas que merodean los puntos turísticos buscando la manera fácil y menos trabajosa de subsistir. En tales antihéroes el film dirigido por Alejandro Brugués reposa su identificación, deslizando una crítica social ácida al respecto.
La comedia irradia con la sucesión de escenas, y sorprende la construcción sólida de guion ante un género no transitado en la cinematografía de la isla. Algo común en el cine emergente cubano, siempre demostrando calidad técnica y espíritu auto paródico para reírse de sus propios problemas. Los discursos anti imperialistas, y la insostenible situación del bloqueo económico, son puestos entre escenas de descuartizamiento de zombis.
Una gran idea muy bien ejecutada, que ayuda a entender este proceso de capitalizar la atención puesta en determinado género para desde ahí, poder plantear cuestiones propias, de forma inteligente, divertida y, sobre todo, bizarra.