Juan y Eva es la historia del origen y la consolidación del romance entre dos de las figuras políticas más importantes del siglo XX argentino. El título es claro, el enfoque está puesto en el hombre y la mujer detrás del mito, y el amor que se profesaron antes de convertirse en Perón y Evita. También es una película que se estrena a poco más de un mes de las elecciones presidenciales por lo que es, en ese sentido, susceptible a que se la mire de reojo como una realización de fines propagandísticos. Cabe aclarar que esa idea previa se desvanece de a poco mientras la proyección avanza y, si bien no es "apolítica" como definió su directora, sería injusto tildarla de electoralista.
El film se destaca por una gran representación de época que no necesita apelar al ornamento. Austero pero preciso, es evidente el fuerte trabajo de producción en el cuidado de los detalles. Son notables también las interpretaciones de sus protagonistas, en ambos roles de peso sobre los que se sostiene la historia. Sin importar el parecido físico, tanto Osmar Núñez como Julieta Díaz acaban identificados con dos papeles difíciles, de los que mucho se sabe y se ha visto, pero poco en el período representado.
Respecto al tema político, parece temeroso el calificar a la película de apartidaria por el hecho de transcurrir en una etapa que antecede a la antinomia peronismo-antiperonismo. Si bien desde un principio se tiene la pauta de que el costado que se muestra es el humano (la relación de Perón con María Cecilia, por ejemplo), se puede dudar de si verdaderamente está tan disociada de la actualidad. Hay respecto a esto una escena en particular (se puede ver un vistazo en el trailer que está más abajo), en que el embajador Spruille Braden (Alfredo Casero) encabeza la Marcha de la Constitución y la Libertad. Allí circula la multitud con los puños en alto, banderines norteamericanos y carteles en los que se lee "Unión Cívica Radical" y "Sociedad Rural Argentina", todo esto acompañado por una tétrica música de película de terror de fondo. Ejemplos como este desdibujan lo que es, en esencia, un film "apartidario".
Respecto a la historia de Juan y Eva, hay en el guión un trabajo opuesto al que se condujo respecto a la puesta en escena. De aquella se resaltaba la austeridad como punto a favor, algo que falta en el relato escrito por su directora Paula de Luque, sobre la novela homónima de su marido y actual Secretario de Cultura, Jorge Coscia, el cual se mantiene muy apegado a las citas. Meticulosa y respetuosa, el buen desarrollo de la historia de amor pierde fluidez a manos de la solemnidad y el discurso.