Juventud, ¿divino tesoro?
Otro director formado en la FUC que consigue un más que interesante primer largometraje sobre las desventuras afectivas de una preadolescente en el marco de un colegio privado.
El título de este film -una de las revelaciones del BAFICI 2014- nos define a la protagonista (se llama Juana y tiene 12 años). Ella asiste a una primaria bilingüe de zona acomodada, pero nunca termina de encajar, es un auténtico "sapo de otro pozo": se ríe cuando no debe, no participa cuando los demás se lo requieren. Sus problemas de aprendizaje y sus desórdenes de atención la convierten en víctima predilecta de compañeros y docentes (aunque aquí, cabe aclararlo, el bullying es más que atenuado y en verdad pasa por una discreta discriminación).
Su madre se ocupa de ella, pero en algún lugar está ausente, haciendo lo que hay que hacer (contratarle una psicopedagoga o una maestra privada), pero jamás comprometiéndose emocionalmente con las necesidades y búsquedas de la hija (la interrumpe, nunca la escucha). Juana está obsesionada por tener una amiga, por ser invitada a un baile de disfraces. Por pertenecer, por ser (por construir como puede, como le sale, su precaria identidad).
De todo eso se trata esta sensible, sutil, inteligente exploración de las fragilidades, contradicciones, descontenciones y angustias de la preadolescencia, sobre todo a partir de un personaje bastante border, incómodo incluso para un espectador que intenta empatizar, porque nunca encaja en los cánones tan rigurosos de la "normalidad". Por eso, por sus múltiples matices y por su capacidad de provocación jamás manipuladora, se trata de una ópera prima de indudable riqueza.