Un documental que dialoga con las mujeres de hoy
El retroceso y el sometimiento es algo que, claro, moviliza. Y largamente y muy al inicio del siglo, algunas mujeres (con posterioridad a las que lucharon junto a los ejércitos que liberaron la región) se rebelaron también a las injusticias e hicieron frente al maltrato y al sometimiento barbárico de los poderes brutales. Así el anarquismo tomó su fuerza y se enfrentó al sometimiento. ¿Acaso había algo que perder que no estuviera ya perdido en esa vida de maltrato?
Así es que se cuenta en Juana bravas mujeres la historia de Juana Rouco Buela y su lucha por los derechos de la mujer, recopilación de anécdotas y material basado en un relato autobigráfico (1964) y con testimonios de compañeros de militancia y de sus nietas.
La Fora y la mención de las bibliotecas en cada sindicato anarquista, son una muestra de un espacio político de lucha que también era de aprendizaje y apertura a nuevas ideas. Nuevas ideas que invitaban a luchas como las que Juana realizó, por ejemplo, en su participación en las huelgas de inquilinos en 1907 (ocasión en que Juana es deportada a partir de la aplicación de la ley de residencia, que databa de 1902) y, posteriormente a su regreso, en que su actividad no se detuvo, la de los Talleres Vasena en 1919.
Muy temprano en la historia política y sindical argentina el anarquismo se hizo presente con múltiples órganos comunicadores y luchas acordes con la época y la situación de los trabajadores del momento. Y así lo hizo también Juana junto a las compañeras designadas con Nuestra tribuna, el periódico publicado por ellas y repartido por todo el país.
Interesante modo de revisar y enfocarse en la historia de parte de Sandra Godoy, la directora del muy buen documental que recorre la historia de Juana Rouco Buela e invita a la vez que ilustra a las nuevas generaciones respecto de los grandes luchadoras anarquistas del siglo pasado.