Réene Zellweger es Judy en una conmovedora y envolvente realización
“Judy” dirigida por Rupert Goold, con guion de Tom Edge (“The crown”) y Peter Quilter, basado en su obra teatral “End of de rainbow”, es el retrato biográfico de Frances Gumm (artísticamente Judy Garland) durante su presentación en Londres en 1968, su show final, antes de su muerte en 1969.
El realizador Rupert Goold y Réene Zellweger (nominada por Roxie Hart en “Chicago” (2002), de Rob Marshall, y ganadora como mejor actriz de reparto en “Cold Mountain” en 2003, ayudados por el excelente maquillaje de Jeremy Woodward, realizaron un trabajo admirable de recreación, no sólo de época sino de creación de un personaje que debe sobreponerse al fantasma de la Judy original, logrando dar nueva vida a la trágica estrella.
Réene Zellweger interpreta a un personaje complejo y en capas, en las cuales desarrolla a una Judy frágil e impredecible en donde aparece como telón de fondo su carrera fallida, las batallas por la custodia de sus hijos menores Lorna y Joey, producto de su matrimonio con el productor Sidney Luft (Rufus Sewell), abuso de drogas y la frecuente falta de dinero. El alcohol y las píldoras fueron su compañía habitual. Desde pequeña la habían obligado a tomarlas en aras de lograr un mayor rendimiento en el set.
Las tribulaciones en el escenario de Talk of the town, también conocido con Hippodrome, en Londres. se reflejan en encadenados flashbacks ligados a su infeliz infancia en la Metro-Goldwyn–Mayer (MGM), siendo permanentemente hostigada por Louis B. Mayer y sus padres que la obligaban cumplir ese pacto tan siniestro que ellos habían firmado, y les daba grandes dividendos. Judy era una niña prodigio vigilada por el estudio que controlaba hasta el mínimo detalle de su vida, desde el hambre, la sed, el sueño, hasta su autoestima.
Frances Ethel Gumm, mejor conocida como Judy Garland, nació en el seno de una familia consagrada al teatro, por lo que la actriz se dedicó desde sus primeros años de vida al teatro musical y al vodevil. Años más tarde su nombre artístico, Garland, la llevó hacia otro puerto, Hollywood. Hacia él fue impulsada por su madre talento vocal le consiguió que firmara un contrato con la compañía productora Metro-Goldwyn-Mayer. Tras representar algunos papeles secundarios y realizar varios castings, la oportunidad de Judy llegó a la edad de 16 años con el papel de Dorothy en la película “El mago de Oz” (1939. Su).
Rupert Goold, director artístico del teatro Almeida de Londres, al tomar el texto de Peter Quilter en el que se enfocaba más en los estados de ánimo de la estrella durante su infancia y su ocaso, le dio al filme un pátina de estructura netamente teatral, ya que casi toda la realización fue realizada en interiores limitados a espacios pequeños y con una cámara centrada en el cuerpo o rostro de Judy. Por momentos esos close-up se distancian abriéndose a un breve plano general, para volver a cerrar el círculo, como si fueran una ida y vuelta en la vida de Judy.
Los números musicales mostraron la calidad y capacidad de desdoblase en cantante y actriz de Réene Zellweger, quien cantó los clásicos de la Garland “I´ll go my way by myself”, “Come rain or come shine”, pero en “Over the rainbow, consigue en ellos desplegar todo su histrionismo.
Los actores secundarios no poseen una mayor evolución en su actuación porque son literalmente opacados por Zellweger, salvo dos entrañables personajes, una pareja gay, interpretada por Andy Nyman y Daniel Cerqueira, fanáticos de la cantante a la que conocen a la salida del teatro luego de uno de sus shows y logran llevarla a su casa a cenar. Es uno de los momentos más íntimos del filme que habla del dolor compartido y la soledad de los diferentes. Es un pequeño homenaje hacia todos aquellos que han mantenido vivo su recuerdo… y que demuestra hasta qué punto era querida la Garland por sus admiradores ya que el pequeño cuarto está colmado de fotos de la cantante.
Los actores y actrices famosos que juegan a interpretar a otros famosos realizan un ejercicio peligroso que no siempre tiene éxito. En los últimos años muy pocos lograron salir airosos de tan exigente trabajo; Michael Douglas interpretando a Liberace en “Behind the candelabra” (“Detrás del candelabro”, 2013), de Steven Soderberg, Chadwick Boseman en “42” (2013)m de Brian Helgeland, interpretando a una leyenda del baseball. Jackie Robinson, Michelle Willams en “My week with Marilyn” (“Mi semana con Marilyn”, 2011)m de Simon Curtis, y Anette Bening en “Stars don´i die in Liverpool” (“Las estrellas no mueren en Liverpool”, 2017), de Paul McGuigan.
Pero en este juego de intérpretes, de alguna manera, a través de la alquimia de la actuación, el maquillaje, los peinados, el vestuario, todo rastro de Réene Zellweger se esfuma y sólo queda Judy.
La actriz estudió muy bien a su doble real y copio todos sus movimientos, particularmente el del programa de variedades de la CBS en la década de los ‘60: la forma de colgar el micrófono sobre un hombro, su hábito de extender su mano sin micrófono hacia arriba y luego hacia el público, llevar un puño a la parte superior de la cabeza, además de otra batería de gestos que Réene Zellweger hace tan orgánicos para ella como lo fueron para Judy.
Ella no representa a Judy, ella es Judy. Tal vez porque la estrella de “Chicago” se enfrentó a los mismos padecimientos, escarnios y crueldades que la Garland sobre la forma en que estaba envejeciendo y quien había sido su padrino para alcanzar su nivel de estrella.
En la época del MeToo el filme juega con las metáforas perfectas, ya que nada ha cambiado, y la lucha contra las normas de un Hollywood pensado por hombres, y contra los modales de una sociedad en permanente linchamiento continúan siendo agresivas hacia quienes intentan triunfar sino entran en su círculo rojo de pertenencia. Judy y Réene, desde el presente y el pasado, se desangran por las mismas circunstancias, pero en momentos diferentes de la historia. Todo ha transmutado, pero el ser humano no, continúa dominado por sus bajos instintos, y ahora por las redes sociales para hostigar sin descanso ni paz.