Judy

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Judy es la típica producción genérica que suele estrenarse en esta temporada, donde cada fotograma parece haber sido concebido con la intención poco sutil de pescar alguna nominación al Oscar.
El film del director Rupert Goold no ofrece una biografía de Judy Garland sino una exploración de los últimos meses de su vida, antes de fallecer a los 47 años, en 1969, debido a una sobredosis de barbitúricos.
Luego de ver esta película, a más de un espectador que desconoce esta historia le costará entender que el American Film Institute escogiera a la protagonista de El mago de Oz entre las diez mejores actrices de la historia del cine.
A Goold no le interesó ahondar en la increíble carrera que tuvo esta mujer, con sus éxitos y adversidades, sino en desarrollar un melodrama para masoquistas que se extiende durante 118 minutos y se hacen sentir en la butaca.
El foco de la narración está puesto en sus miserias y desgracias para retratarla como una víctima del sistema de Hollywood y el relato nunca se equilibra con las virtudes que tenía o las cosas importantes que hizo.
Durante el desarrollo de la trama hay una serie de flashbacks ambientados en la adolescencia de la actriz que le dan un contexto a los problemas de adicción que padeció en la adultez
Las escenas son interesantes porque exponen la explotación brutal que ejercían los grandes estudios de cine sobre las figuras juveniles.
Sólo con ese tema ya había una película apasionante que inclusive podía tocar temas de relevancia en la actualidad como las situaciones de acoso. Sin embargo todo se aborda de un modo muy superficial y plano, ya que el director parece más interesado en construir números musicales que puedan llamar la atención de los miembros de la Academia de Hollywood.
De ese modo, la fascinación con el mito tiene más relevancia que la persona real. La labor de Renée Zellweger está más cerca de la caricatura y la imitación que de la composición de un personaje.
Se nota que vio numerosos videos de Garland y copió muy bien sus modismos y expresiones, apoyada por una notable caracterización de maquillaje, pero nunca se pierde en el rol ni le da vida, como lo hizo alguna vez Angela Basset con Tina Turner.
En aquella biografía nadie ponía en duda que Basset era la intérprete de rock y acá todo se siente muy artificial y menos espontáneo.
Zellweger no obstante consigue salir bien parada con su interpretación vocal pese a que no tenía chances de evocar una de las voces más aclamadas del siglo 20.
La película no es mala y tiene sus momentos pero queda la sensación que el espectáculo que se ofrece no está a la altura del potencial que brindaba una historia de vida tan compleja como la de Judy Garland.