Judy

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

El director británico Rupert Goold, ganador del Olivier en dos ocasiones, traslada al cine la obra Al final del arcoiris -que en la versión teatral Argentina protagonizó Karina K-, un recorte temporal sobre la vida de Judy Garland, interpretado por una convincente Renée Zellweger y ambientado en Londres durante el invierno de 1968, treinta años después de haber filmado El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939).

Durante el invierno de 1968, Judy Garland llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de su decadencia. Mientras Judy se prepara para subir al escenario vuelven a ella los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood. 

Judy (2019) se divide en dos partes: la miseria de ser una actriz en la infancia y la miseria de ya no serlo. Los años de estrellato infantil se narran en forma de flashback. En estas escenas, Garland es interpretada por Darci Shaw. Cuando no está ante las cámaras, lleva una vida miserable. Los productores (y su madre) la obligan a seguir una dieta rigurosa, e incluso le dan pastillas para no engordar. También le prohíben las citas, aunque se enamora de su coprotagonista, Mickey Rooney. Se sugiere que abusaron de ella pero de manera muy ambigua.

Cuando Zellweger la interpreta en su mediana edad, a los 47 años, la actriz pasa de su cuarto a su quinto matrimonio. La relación con Mickey Deans (Finn Wittrock) es un aspecto que en la historia no funciona bien. Es una época triste. Ya no tiene a sus hijos, y se siente sola, sabiendo que ningún director la quiere. Su situación económica es precaria y el alcohol domina su vida. 

Sus momentos de felicidad surgen cuando está lejos del mundo del espectáculo. Tras un concierto, acepta la invitación de una pareja, interpretada por Andy Nyman y Daniel Cerqueira, a ir a cenar a su casa, donde cocina para ellos. Esto lleva a una historia secundaria sobre el encarcelamiento de homosexuales que parece concebida para el público gay, que aún ve a Garland como una heroína, pero también para proporcionar momentos muy necesarios de respiro.

El guion de Tom Edge adapta la obra teatral Al final del arcoíris, de Peter Quilter. Las clásicas canciones terminan llegando, y algunas se cantan íntegramente, una decisión que funcionaba mejor en el escenario que en la pantalla. Por tratarse de una biopic musical, Judy es una película oscura, con una estructura clásica, que se salva gracias a la actuación de Renée Zellweger. El resto olvidable.