«Judy» es la típica película biográfica (biopic) que busca alzarse con algún que otro galardón en la temporada de premios. No se confundan, la actuación de Renée Zellweger es impresionante y durante varios momentos pareciera que ella es Judy Garland, pero dejando a un lado lo interpretativo hay pocas cosas novedosas en la cinta de Rupert Goold («True Story»).
El largometraje narra los acontecimientos alrededor del ocaso de la figura de Judy Garland. Durante 1968, habiendo pasado 30 años de la celebrada The Wizard of Oz, la actriz afronta problemas económicos que la tienen de aquí para allá sin un lugar fijo para vivir. Su ex marido la amenaza con sacarle la tenencia de sus hijos si no logra darles un techo y una rutina más alejada de la escena hollywoodense. De esta forma, la actriz decide dar una serie de conciertos en Londres para ganar dinero y poder volver a EEUU con sus hijos y una propuesta de vida más sólida. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir al escenario vuelven a ella los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood. A sus 47 años, se enfrenta en este viaje a las inseguridades que la acompañaron desde su debut, pero esta vez vislumbra una meta firme: regresar a casa con su familia para encontrar el equilibrio.
La historia va alternando los últimos momentos de la vida de Garland con sus tormentosos inicios como actriz cuando la explotaban laboralmente siendo una pequeña niña. El problema radica en que varios de esos flashbacks están desmotivados o no logran desempeñar un gran papel en el presente de la narración. Lo más interesante del relato está reflejado en la magnífica composición de Zellweger que irónicamente vuelve en busca de la redención (como Garland en sus últimos años), obteniendo uno de los trabajos más inspirados de su carrera. La voz, los gestos, la forma de interpretar los números musicales son calcados a la perfección por la actriz de «Jerry Maguire» (1996) y «Chicago» (2002).
El guion resulta bastante convencional y esquemático, narrando la vida de una estrella en decadencia que busca una liberación en sus últimos meses de vida. Una biopic que transita por varios lugares comunes de este tipo de relatos. En los aspectos técnicos, cabe destacar el vestuario y todo lo relacionado al maquillaje y peinado tanto de la protagonista como del resto del elenco.
«Judy» es un film que oficia de vehículo para el lucimiento de Renee Zellweger, algo que suelen hacer muchos relatos biográficos para obtener algún reconocimiento en la temporada de premios, pero aquí tanto el guion como la dirección buscan contar una historia formularia y convencional que poco aporta más allá de la enorme actuación de su estrella protagónica y el legado musical y artístico de la figura homenajeada y representada en la cinta.