Carrera contra la opresión
.Con un guión sólido, cargado de suspenso, retrata eficazmente la opresión comunista.
Es inevitable vincular a Juego limpio con La vida de los otros, por la época en la que está situada (principios de los '80) y, sobre todo, por su temática: ambas se dedican a revisar la opresión que el comunismo ejercía contra los opositores detrás de la Cortina de Hierro, y mostrar las prácticas persecutorias que el régimen utilizaba para conseguir sus fines de control absoluto.
La vida de los otros transcurría en la República Democrática Alemana y Juego limpio en Checoslovaquia, pero podrían haber ocurrido en cualquiera de los países satélites o en la propia Unión Soviética. Se centra en Anna, una de las promesas del equipo nacional de atletismo checo, que está preparándose para clasificarse a los Juegos Olímpicos de Los Angeles '84. Y entra -engañada, como centenares de atletas- al plan de dopaje sistemático que realmente se implementó en los países del Este en los años '80, especialmente en Alemania oriental.
Hay una encrucijada moral en torno a esta cuestión, y otra en torno a la deserción y el exilio, en apariencia la única alternativa para los opositores que no querían soportar humillaciones o terminar en la cárcel. Es un tema cercano a la directora, Andrea Sedlácková, que se fue de su país en 1988 y desde entonces ha construido su carrera como cineasta y montajista entre Praga y Francia.
Con un guión bien construido y buenas actuaciones, Juego limpio retrata eficazmente una época y echa algo de luz sobre un asunto -el del dopaje planeado desde el Estado- quizá no muy conocido. La objeción que se les puede hacer a esta clase de películas es su falta de riesgo y hasta de ingenio; en fin, su excesiva corrección política.
Porque (casi) todos estamos de acuerdo en condenar las atrocidades del comunismo, así como las del nazismo y, llevando la cuestión al plano local, también las de la última dictadura militar. Entonces, a esta altura del partido, cuando ya no cabe el mote "película de denuncia" para temas tan "denunciados", volver sobre estas cuestiones requiere buscar una vuelta de tuerca que esta película no tiene.
Ese giro puede ser poético, como en La vida de los otros; humorístico, como en La vida es bella o en Bastardos sin gloria; tomando el punto de vista del enemigo, como en Lore, o el de un niño, como en Infancia clandestina. En fin, los ejemplos sobran: son títulos que pueden no gustar, pero que no se limitan, como sí lo hace Juego limpio, al ejercicio obvio de glorificar a las víctimas y condenar a los victimarios.