Postales de la cortina de hierro.
La caída del sistema socialista en Europa a principios de los años noventa, tras una larga agonía durante los ochenta, condujo a una revisión de la historia reciente de estos países, que tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial quedaron bajo la hegemonía de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El cine de esas naciones oscila inevitablemente entre un cierre de las heridas, una discusión sobre el pasado y una postura ideológica anticomunista, como en algunas de las películas más destacadas que han llegado hasta nosotros: Good Bye Lenin! (2003), La Vida de los Otros (Das Leben der Anderen, 2006) y Westwind (2011).
En Juego Limpio (Fair Play, 2014), Anna, una joven atleta checoslovaca, se entrena con mucho ahínco, esfuerzo y disciplina a principios de los ochenta para clasificar y representar a su país en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. El entrenador de Anna le ofrece, junto a altos ejecutivos del deporte del país, usar anabólicos para mejorar sus músculos con el fin de llegar mejor a la competencia. La joven acepta pero los efectos secundarios la conducen a un colapso físico y a replantearse el uso de la droga. La trama crece y se complejiza con la historia de la madre de Anna, quien era una talentosa atleta con mucho futuro como su hija, no obstante desafortunadamente para su carrera tuvo una participación activa en los acontecimientos de la Primavera de Praga y fue condenada al ostracismo limpiando pisos en las dependencias públicas. Cuando uno de sus antiguos compañeros de militancia le pide que transcriba unas declaraciones en contra del estado, la mujer acepta ayudar a la causa para denunciar la represión y la persecución policial a los ciudadanos que ejercían sus deberes cívicos de participación.
La película deja al descubierto exitosamente la represión mental que estos estados ejercían para generar adeptos a su sistema económico y político, y los problemas sociales que la cultura socialista causaba a través de estas mismas prácticas represivas que utilizaba para proteger el modelo de vida comunista.
Las buenas actuaciones de todo el elenco y un gran aprovechamiento de las locaciones -que aún mantienen las mismas fachadas- constituyen lo mejor de una película que por momentos se estanca en escenas que pierden el hilo historicista para concentrarse en redundancias sobre la carrera de la joven. A pesar de esto, Juego Limpio deja su marca en un género revisionista que siempre interesa por su alcance y la posibilidad de tener una visión más acerca de un problema sociohistórico que aún está vigente y es motivo de debates y confrontaciones sobre el destino de las naciones en el campo político.