Comedia de supuesto tono infantil, "Jugando con fuego", de Andy Fickman, intenta posicionar al luchador John Cena como actor de comedia, pero hace aguas al inundar la propuesta de un dudoso humor de trazo grueso. Debe existir alguna máxima que diga que a todo actor musculoso le llega su comedia infantil.
Desde los ‘80/’90 que la mayoría (por no decir todos) de los astros de acción, una vez que alcanzan la fama en el género, el siguiente paso para afianzarse y ampliar su público, es estrenar una comedia, casi siempre infantil, en la que se lo pueda ver simpático y más relajado que cuando anda a los tiros y patadas. Lo hicieron desde Arnold Schwarzenneger a Jackie Chan, con suerte dispar.
Los luchadores de la WWE entran también en esa ecuación. Hulk Hogan (o Lou Ferrigno, aunque este en sí no integraba esa liga) dio el puntapié inicial; y le siguieron varios, entre los que, por lejos, al que mejor le fue es a Dwayne “La Roca” Johnson, hoy ya considerado tanto un actor de comedia como de acción.
Recordemos que, a diferencia de lo que sucede en Argentina con programas con "Titanes en el ring" y "Lucha fuerte", en EE.UU. los shows de lucha fuerte son “cosa seria”, apuntan a un público joven no tan infantil y se caracterizan por una extrema violencia. Hace rato que John Cena viene siguiéndole los pasos a La Roca. Aunque claramente el actor de "Rascacielos" le saca varias cabezas de ventaja; en todo sentido.
Lo más “conocido” de Cena como actor protagónico es el film de pura acción ’80s style "The Marine", y en comedia ya probó suerte con la más joven adolescente y pretendidamente zafada, "Blockers"… y muy bien no le fue.
Ahora insiste, y cumple la regla infantil con "Jugando con fuego", una comedia que suma a un guion de manual, problemas de todo tipo. Ni lo intenta, el guion del novel Dan Ewen, y el más experimentado en la comedia infantil Matt Lieberman ("The Christmas Chronicles", "The Addams Family 2019", y las futuras "Scoobs" y "Free Guy") se recuesta en ideas que ya vimos mil veces, y ni siquiera parece molestarle que podamos adivinarle todos sus pasos sin siquiera haber iniciado la película; es más, sin siquiera leer una sinopsis.
Con ver el afiche, alcanza. Lo llamativo de este guion plagado de lugares comunes de la-comedia-con-musculoso-lidiando- con-niños, es que, lejos de evolucionar o superar algún exponente de años anteriores (a los que no les fue bien), francamente ni siquiera las emparda, involuciona, y en gran medida. Cena es Jake Carson, un bombero, o aerorescatista, como gusta que los llamen, que lidera un pequeño escuadrón de apenas cuatro integrantes, contándolo, perteneciente a un pueblo montañéz alejado. Su sueño es honrar a su ya fallecido padre siendo lo mejor rescatista posible. Por lo que no se permite ningún tipo de distracción.
Su oportunidad llega cuando el jefe de bomberos de la ciudad piensa en retirarse y busca su remplazo. Puesto para el que Jake suena fuerte. Paralelamente, Jake y los suyos acuden al incendio de un hogar, y en su interior se encuentran a tres hermanos que abarcan los rangos de mujer adolescente (la ex calva de Deadpool), niño púber, y niña chillona que no es un bebé pero casi no habla palabras concretas; pero no a sus padres, que supuestamente están de viaje.
A regañadientes, Jake deberá aceptar que los tres chicos pasen el fin de semana en el cuartel junto a los cuatro bomberos, mientras espera que regresen sus padres a recogerlos. Obviamente, los niños van a dar vuelta el lugar cometiendo todo tipo de “travesuras”, ante la mirada severa de Carson, y en menor medida los demás, que por supuesto, con el correr del metraje se irán ablandando, porque sí.
Hay una subtrama romántica entre Jake, que es torpe para relacionarse socialmente, y una guardaparques interpretada por Judy Greer, que no entendemos bien por qué – o sí pero lo negamos – está enamorada de este macho alfa. ¿Por dónde empezar? Ya dejamos establecido que el guion de Jugando con fuego es de todo, menos original.
Bueno, de todo no, porque principalmente lo que no es, es divertido y/o gracioso. Filmada como si fuese una sitcom de Disney Channel o Nickelodeon (empresa que produce el film), "Jugando con fuego" abusa de prácticamente una sola locación cerrada, primeros planos gestuales televisivos, burdos PNT, personajes que aparecen al costado del cuadro repentinamente, y el sonido a latigazo cada vez que uno hace una aparición así para enfatizar lo “espontáneo”. Para más claridad, es lo menos cinematográfico que hay, y por algo, las sitcom duran 20 minutos, y no más de hora y media.
Debemos agradecer que no hayan puesto las risas grabadas. "Jugando con fuego" es irritante, molesta, y aburrida. Lejos de causar gracia, suma chistes muy desagradables, y no se esfuerza en hacer que los personajes nos caigan bien.
Como si los chistes escatológicos no fuesen suficiente (y ni siquiera escatológicos graciosos a los Farelly Brothers), se emperra en sexualizar la imagen musculosa de Cena, buscando cualquier oportunidad para mostrarlo con el pecho descubierto, mostrando sus brillosos y sudados músculos, y hasta se permite arrancarse a tirones una ajustadísima remera en cámara lenta.
A menos de cinco minutos de iniciada, ya nos invade un interrogante ¿Qué les pasa? ¿En qué pensaban cuando hicieron esto? ¡Se supone que esto apunta a un público menor a los 12 años!
Una película que trata de estúpido a su público por ser menor (¿En serio quieren mantener la intriga sobre los padres de los chicos más de la mitad de la película cuando es algo que no debió durar más de dos minutos?), que no hace nada por hacer que alguien nos caiga bien (lo chicos no son simpáticos, hacen cosas malas sin ninguna razón), y para colmo tiene mensajes que hace años ya van quedando atrás. Es muy, pero muy, misógina, machista, homofóbica, y racista.
Todo lo que está mal. Todo lo que no queremos que nuestro chicos aprendan. Del elenco adulto, Cena no es buen actor, pero sobre todo, no tiene ni un gramo del carisma de Dwayne Johnson. Es anodino, es como ver a Aldo Rico intentando ser simpático con niños. Amamos a Judy Greer, pero la película se empeña en que esta vez nos caiga mal, y lo logra.
Se la siente incómoda, forzada a hacer escenas denigrantes para cualquier actriz, y repetir diálogos que ni al ex diputado Alfredo Olmedo se le hubiese ocurrido que una mujer pudiera decir. Obviamente, la química entre ambos es inexistente. Los compañeros de Jake son interpretados por un penoso John Leguizamo, alejadísimo de sus mejores años, relegado a como-soy-latino-en-el-pasado-estuve-preso y a ser el blanco del descarado PNT de Mi pequeño Pony (básicamente nos va contando toda la historia de la serie de Nickelodeon e incita a comprar todo el merchandising).
Su única humorada es un chiste sobre comida mexicana que no tiene remate, y una inclinación por citar frases famosas pero mal, y cuyo remate siempre lo termina arruinando el otro integrante. Keegan Michael Key. El actor de "Predator" es lo peor de la película. Como si estuviese bajo los efectos de anfetaminas, no para un solo segundo de interrumpir, forzar la gracia donde no la hay, hablar permanentemente a los gritos, y querer tragarse todas las escenas.
En él recae otro de lo PNT, el de los pañuelos Kleeenex (y no son los únicos dos). El tercer compañero es un barbudo, al estilo Paul Bunyan, cuya única gracia es no hablar ni gesticular. A Andy Fickman le salió mucho mejor cuando lanzó a la comedia infantil a La roca en la simpática y agradable "The game plan".
Acá no ofrece ningún tipo de salvación, todo lo contrario. Los gags de humor físico, están bastante mal filmados, y hasta se producen una serie de incómodos silencios.
Jugando con fuego falla en todo lo que podía fallar. Es incómoda (mal) y desagradable. No es graciosa y está mal actuada y filmada. Atrasa y aburre. Sinceramente, si Nickelodeon quería vendernos los productos de sus series animadas, un institucional hubiese sido más divertido.