A la hora de analizar una película es crucial entender a qué público va dirigida. Aunque el análisis debe ser sincero, no se puede poner una película para niños a la altura de un complejo drama. Si entretener es todo el objetivo que pretende o necesita, se puede decir que Jugando con Fuego lo logra en lo mínimo indispensable.
Honor al Título
Quien desee encontrarle errores a Jugando con Fuego los encontrará. Es un humor que descansa en lo físico, en la ridiculización de sus personajes (con frecuentes menciones a Mi Pequeño Pony) y, desde luego, en lo escatológico. Algo a lo que un niño puede causarle gracia, pero el adulto que lo acompañe puede encontrarlo perezoso y falto de contenido.
Ese es precisamente el punto: la película parece no apelar o apuntar a esos adultos.
A nivel guion, hay que concedérselo, hay cuestiones que no cierran. Por ejemplo, el hecho de que sean bomberos deja de tener importancia en la trama pasado cierto tiempo, y ciertas cosas de la resolución parecen forzadas y bordeando en lo inverosímil por su rapidez.
Por otro lado, comunica bastante en concreto los ideales de familia y cómo esta se comporta en paralelo con las ambiciones laborales, ganando obviamente los primeros. Valores sanos que, si bien no son novedosos en su emisión, por lo menos guardan coherencia en sus intenciones. Hay mucho en Jugando con Fuego que podemos predecir, sin embargo no pretende en ningún momento reinventar la pólvora, sino que intenta usarla para entretener.
En materia visual no hay mucho que señalar, salvo alguna sofisticación paródica a la hora de mostrar la actividad como bombero del protagonista, exagerando con propósito el claro heroísmo de los mismos, valiéndose de cámaras lentas o complejos stunts mecánicos.
En lo actoral, John Cena, un intérprete habitualmente deslucido al cual no se lo puede ver sin recordar su pasado como luchador, encuentra un papel a su medida. Similar al de Schwarzenegger en sus colaboraciones con Ivan Reitman o los escasos papeles cinematográficos de Hulk Hogan, quien vendrá a la memoria de muchos en una escena donde Cena rompe su camisa. Es decir, el típico papel de tipo rudo al que se lo ve como hombre de acción, pero que termina teniendo niños a su cuidado. Nada nuevo bajo el sol, pero le sienta de una forma adecuada.
Cena es acompañado hábilmente por Judy Greer, como un efectivo interés romántico, y Dennis Haysbert ofrece la misma eficiencia como el jefe que pretende otorgarle un ascenso al protagonista. John Leguizamo entrega un prolijo alivio cómico como un bombero que no puede evitar ponerle jamón a todo.
Tyler Mane consigue destacar bastante como el silencioso portador de un hacha que revela una faceta de cantante lírico que llama la atención. Sin embargo, el elenco posee una desventaja: es Keegan Michael Key, con una interpretación exagerada y forzada que le quita simpatía al personaje que le toca interpretar.