George Dryer (Gerard Butler, galán de belleza rústica y desaliñada) es un ex jugador de fútbol. Antes era exitoso, ahora no. Jugaba en grandes clubes de Europa y no se nos explica cómo llegó a no tener un peso ni para pagar el alquiler. Ahora vive en una ciudad pequeña de los Estados Unidos, para estar cerca de su hijo, que vive con su ex mujer. George quiere ser comentarista deportivo en TV, pero frente a la inactividad y el hecho de que el entrenador de fútbol de su hijo es un bueno para nada, se convierte en DT infantil. Hay, por supuesto, madres de los otros chicos y chicas (es un fútbol mixto) que están interesadas en el "escocés que está fuerte".
Con estos elementos, Jugando por amor se ve tironeada en sus dos tercios iniciales entre la "película deportiva" de niños que parece despuntar, pero que se ahoga en la nada y unos minutos de vodevil con pocas puertas y ritmo ausente. Sobre el final se decide por ser una comedia de rematrimonio sin prepararla antes (en todo caso se ponía el acento en la relación de George con su hijo). Este descalabro estructural se ve acompañado por música que podría explicarle a un ciego lo que está sucediendo, hasta con letras de canciones que dicen literalmente lo que está pasando. Y con algunas actuaciones que nos llevan a sonrojarnos: hay que tener capacidad de daño cinematográfico para que Uma Thurman quede ridícula, o para que alguien de estirpe clásica como Dennis Quaid sea apenas un monigote (y con un personaje que se ausenta tanto tiempo que parece que se lo hubieran olvidado). Las claves argumentales son de un alto nivel de capricho (esas fotos del final, por ejemplo), y no logran disimular que había poco y nada para contar y que se contó mal y con obviedad carente de encanto.
El director de esta irrelevancia rayana en la tontería supo, en los comienzos de su carrera en Italia, trabajar con situaciones obvias y dotarlas de brío, energía, velocidad, emoción. Gabriele Muccino encantó con los problemas del amor en Ecco fatto , Ahora o nunca y El último beso . Luego comenzó una decadencia y una caída libre en Hollywood cuyo punto más bajo es, por ahora, esta película aguachenta y carente de atractivos.