Sobre madres e hijas con el espíritu del melodrama clásico
Basado en cuentos de la Premio Nobel canadiense Alice Munro, el nuevo film del director manchego tiene el nivel dramático, el estilo refinado y la madurez reflexiva que caracteriza esta etapa de su trayectoria.
Una mujer destrozada, porque su hija se mandó mudar hace ya años, porque dentro del alma le duele algo que nunca dijo a quien debía, y que tal vez ahora, de algún modo, lo diga. Una mujer que no se decide a rehacer su vida con un buen tipo, hasta que no haga las cuentas consigo misma. Esa es Julieta, encarnada a fondo, admirablemente, por dos actrices, pintada a pleno por un artista.
En un comienzo, Julieta fue Juliet, personaje que, con sus bemoles, entusiasmos, enfrentamientos, desconsuelos y tardías comprensiones, habita tres cuentos de la escritora canadiense Alice Munro, describiendo diversas etapas de una vida. Esos cuentos pertenecen al libro "Escapada" (Runeway), que la autora publicó poco después de haber ganado el premio Nobel. Pedro Almodóvar admira a Munro, tanto que pensó filmar una adaptación del tercer cuento, "Silent", en Canadá, en lengua inglesa. Por suerte recapacitó y la hizo en español, y en España. La rodó bajo el título "Silencio", que después rebautizó "Julieta", con algunas diferencias argumentales respecto del original y, claro, con el nivel dramático, el estilo refinado y la madurez reflexiva que caracteriza esta etapa de su trayectoria.
Vale decir, la mirada comprensiva y dolorida sobre esas mujeres que van madurando en el dolor, sobre la crispada relación entre madres e hijas. La mano experimentada en la puesta en escena de gran teatro, de hipnótico sueño, y en la pintura de rostros y de fondos intensos. El oído hábil para los diálogos como cuchillos o como fruslerías, y para la música inquietante o lastimera. El espíritu de los viejos melodramas del cine clásico. Y también el sentido de la respiración que le hace mantener a su público asombrado, acongojado y expectante a todo lo largo de la película, y el habitual sentido del humor y del ridículo que permiten al público respirar en medio del dolor.
Pero hay algo a tener en cuenta. Dijo Almodóvar: "Es tal el nivel de destilación al que ha llegado Alice Munro, es tal su enorme sabiduría, que no necesita narrar la trama de cada relato, ni siquiera lo esencial, sino sus alrededores más cotidianos. Arte mayor". Esa es la manera con que la escritora nos sumerge en el mundo de sus criaturas, y eso es lo que el realizador ha querido hacer, y lo ha hecho. El espectador se pierde a veces ante algunas situaciones que nadie explica, como pasa en la vida. Pero queda fascinado, algo que no siempre ocurre en la vida.
Buenas compañías
Adriana Ugarte y Emma Suárez en las diversas etapas del personaje ("dos actrices, porque la vejez de los ojos no puede maquillarse"), Darío Grandinetti en un papel clave, el compositor Alberto Iglesias, muy buena gente lo acompaña. Dato para cinéfilos: el libro que está leyendo Elena Anaya en "La piel que habito" es, precisamente, "Escapada". Y otro dato: los cuentos de Alice Munro también han inspirado a su paisana Sarah Polley ("Lejos de ella", con Julie Christie), la norteamericana Lizza Johnson ("Hateship, Loveship"), y hasta el persa Mani Haghighi ("Canaan", película enteramente iraní).