Después del éxito de Jumanji, la película que protagonizara Robin Williams en 1995 que atrapó a toda una generación, era de esperar la llegada de una secuela pero con un enfoque diferente. El candidato ideal era desde el comienzo el gigantesco Dwayne Johnson, The Rock, figura popular y que se adapta a varios géneros.
Jumanji: En la selva continúa la aventura anterior y comienza en 1996. Cuatro adolescentes son castigados por el director de la escuela y se ven obligados a limpiar una vieja bodega donde se topan con el misterioso juego -ahora de de video-. Al escuchar tambores de la selva, son trasladados a una aventura salvaje en los cuerpos de sus avatares adultos, interpretados por Johnson, Jack Black, Kevin Hart y Karen Gillan. A merced de varios peligros y de una serie de obstáculos que deben superar, la acción y la aventura está nuevamente servida en bandeja.
Con este punto de partida, la película de Jake Kasdan recrea el universo del filme original pero lo expande a nuevas direcciones en un relato ágil y plagado de gags que recuerda a Indiana Jones. A merced de varios peligros y en un territorio desconocido, los personajes deberán saltar obstáculos -niveles- para poder ganar y enfrentar al malvado de turno, John Van Pelt -Bobby Cannavale-.
Con logradas escenas de acción, entre una feroz estampida de rinocerontes blancos y una vertiginosa persecución de motocicletas, la película entrega lo que promete y el mayor acierto reside en las diferentes personalidades de los jugadores: desde la inocencia plasmada por Johnson a su Spencer o la seductora personalidad de Bethany que cobra momentos graciosos en el cuerpo de Jack Black, un actor que se mueve como pez en el agua en el registro de la comedia.
La idea del film funciona y es adaptada a un mundo moderno donde "el juego de mesa" de la película original está obsoleto y olvidado, pero los tambores de la selva resuenan con fuerza en esta propuesta nostálgica para disfrutar en familia.