Jumanji: En la Selva

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Ya lo dijo Sidney Prescott al final de Scream 4: “no jodan con la original”. Uno de los mayores problemas de esta oleada de secuelas o remakes encubiertas que se vienen dando en Hollywood hace ya varios años, es el riesgo de meterse con la memoria emotiva de lo que otrora fue un éxito y con el tiempo (o inmediatamente) se convirtió en un clásico.

Le pasó a la gran mayoría de los films de terror que intentaron, e intentan, darle una nueva mirada a los slashers de los ’80, le pasó a películas como Cazafantasmas, Vacaciones, Poltergeist, Línea Mortal, Star Wars Episodio VII, o Carrie, y hasta casi que sucedió lo mismo con It.

No importa si el original era una obra maestra o, aunque sea, una buena película. No importa tampoco demasiado si la “nueva versión” lo es. El recuerdo de aquello que parece intocable es inalterable, y querer reproducirlo, de alguna manera, parece un insulto inaceptable.

Jumanji: En la selva tenía el peso de aquellas experiencias; y la película de Joe Johnston con Robin Williams está en el corazón de casi todo treintañero que la vio siendo un niño o pre-adolescente. ¿Qué podíamos esperar 20 años después y ya sin la posibilidad del regreso de su protagonista? Los insultos estaban en la punta de la lengua.

Sin embargo, había un as bajo la manga. Hacer algo totalmente diferente.

El juego está por comenzar:
Es 1996 y el tablero de Jumanji se encuentra encallado en una playa cuando alguien lo recoge. Según la idea del film, para ese año ya nadie juega juegos de tablero teniendo a mano la posibilidad de una PSOne; por lo que inmediatamente se transforma en un cartucho de videojuego antiguo para intentar atraer al público nuevo.

Alex lo prueba, e inmediatamente queda capturado, absorbido por la consola.

Pasan veintiún años, y el juego se encuentra ahora arrumbado en la sala de detención de un colegio.

Cual El club de los cinco, ahí irán a parar el nerd Spencer (Alex Wolff), el deportista Fridge, o Refri como lo subtitulan horrible acá (Ser’Darius Blain), la introvertida Martha (Morgan Turner), y la it girl Bethany (Madison Iseman).

Lo que sucede es obvio: encuentran la consola con el cartucho puesto, cada uno elige un jugador en la partida iniciada por Alex, y son absorbidos por Jumanji.

Hasta ahí las variaciones son mínimas. Pero como el nombre lo indica, esta vez en vez de sacar al jugador y traer la selva a la ciudad, serán ellos quienes entren a la selva del juego. Como en una suerte de Alicia a través del espejo.

No serán ellos mismos en la selva: cada uno representa al jugador que eligieron. Spencer pasará a ser un fornido aventurero (Dwayne “The Rock” Johnson); Fridge un entomólogo compañero de aventuras y portador de armas (Kevin Hart); Martha una sensual comehombres -sic- (Karen Gillan), y Bethany un experto en cartografía (Jack Black).

Juntos deben proteger una joya y depositarla en un lugar sagrado, siendo perseguidos por un joven, renovado, y más tenebroso Van Pelt (Bobby Cannavale), y sus secuaces. ¿Y Alex (Nick Jonas)? Habrá que esperar por él.

Hay fiesta en la jungla:
Así, Jumanji: En la selva se separa de la primera entrega, que guardaba más relación de mecánica con Zathura (también basada en una novela de Chris Van Allsburg) que con esta. Más allá de algún guiño como el nombre Van Pelt, y alguna sorpresa nostálgica en el medio, no hay lazos entre ambas, lo que permite que pueda ver esta película sin necesidad de haber visto la entrega anterior. Es más, hasta la lógica de ambas películas en cuanto a cómo funciona Jumanji es diferente y contradictoria.

Jumanji: En la selva se asemeja a películas como Viaje 2: La isla misteriosa o el clásico videojuego Uncharted. Llamativamente representa mejor la mecánica de un videojuego que varias de las películas basadas directamente en un videojuego.

Es una aventura muy dinámica, siempre activa, que entretiene desde el principio hasta el final, y sobre todo extremadamente divertida. Sus chistes funcionan (casi) todos, y en diferentes niveles, convirtiéndola más en comedia que su predecesora. Ese espíritu de no tomarse en serio la favorece y nos hace pensar en un estilo clase B con mucho presupuesto.

Hay cosas que no cierran del todo, y otras que convencen más que otras, pero el promedio es muy favorable.

Todos los actores se divierten en pantalla, demuestran química y lo transmiten al espectador. Dwayne Johnson se consagra como un gran comediante más que un héroe de acción (su tic de pose galante es desopilante). Jack Black hace un show aparte como una adolescente fashionista en el cuerpo de un hombre regordete, es casi una oda queer moderna. Karen Gillian sorprende como esta come hombres que tiene mucho que aprender, sus momentos de torpe seducción serán otro de los puntos altos de la propuesta. Kevin Hart queda algo opacado en un rol que ya le vimos hacer, pero de todos modos tiene sus momentos, al igual que Nick Jonas.

Conclusión:
Jumanji: En la selva de Jake Kasdan (Malas enseñanzas, Orange County) es una aventura divertida, con un guion ingenioso para este tipo de películas, y lograda tanto desde lo técnico como en lo actoral. Su decisión de no compararse con el clásico, sino hacer su propio camino, la fortalece y nos hace pensar que esto puede ser el primer casillero de una partida que recién comienza.