Al ritmo de los tambores
La cartelera de 2018 arranca con otra secuela de un clásico de los ’90 que absolutamente nadie pidió. Hablamos del revival de Jumanji (1995) la película protagonizada por Robin Williams y basada en la novela infantil de Chris Van Allsburg, donde un juego de mesa inspirado en la jungla toma vida propia. La aventura familiar resurge de la mano de Jake Kasdan (Malas Enseñanzas, 2011), quien nos propone patear el tablero y convertir a Jumanji en un videojuego vintage.
La historia comienza en 1996, cuando un adolescente llamado Alex recibe un anticuado juego que su padre acaba de encontrar en la playa. Como era de esperarse, el joven lo descarta ya que los chicos de su edad ahora cuentan con las revolucionarias consolas para pasar el tiempo libre. Misteriosamente, de un día para otro Jumanji se transforma en un cartucho de videojuego y apenas lo conecta Alex desaparece.
20 años después del extraño suceso, la cinta nos presenta a cuatro chicos de Nuevo Hampshire bien estereotipados: en principio tenemos a Spencer como el joven estudioso que hace las tareas de su ex amigo Fridge, un atleta con cierto estatus social dentro de la preparatoria. También se encuentra Bethany, la típica chica presumida y egoísta que vive pegada al celular y subiendo fotos a Instagram y, por último, Martha como la adolescente tímida y antisocial. En una clara referencia a El Club de los Cinco (1985), los cuatro púberes terminan en detención por distintos motivos y el director los castiga ordenándoles limpiar el sótano del colegio durante todo el día mientras reflexionan sobre quienes son y que esperan para su futuro.
En aquel lúgubre sótano, los jóvenes descubren a Jumanji en una vieja consola con cuatro mandos. Ni bien seleccionan a sus personajes y dan comienzo al juego, todos son transportados fugazmente a la selva. Allí cada uno toma el cuerpo y las habilidades del personaje elegido: Spencer es ahora un fortachón aventurero llamado Dr. Smolder Bravestone (Dwayne Johnson), Fridge se convierte en Franklin “Mouse” Finbar (Kevin Hart), un zoólogo con bajo rendimiento físico, Martha en la sexy karateca “mata hombres” Ruby Roundhouse (Karen Gillan) y Bethany, que accidentalmente eligió un avatar masculino, pasa a ser el cartógrafo Sheldon “Shelly” Oberonun (Jack Black). La única forma de retornar al mundo real es atravesando los distintos niveles y así depositar la joya del Ojo del Jaguar en la estatua de Jumanji.
El filme del hijo de Lawrence Kasdan, reconocido entre otras cosas por ser el guionista de los episodios V y VI de Star Wars, es un entretenimiento pasajero que asombrosamente logra zafar del inmenso desastre que vaticinaba el tráiler. El mayor acierto reside en la sabia decisión del director de trasladar el tablero al mundo virtual, que además de ofrecer un lenguaje fácilmente identificable para los niños de hoy, nos brinda un poco de nostalgia a aquellos veinteañeros que crecimos pegados a plataformas como el Family o el SEGA.
Las actuaciones principales son el otro plato fuerte de la cinta, con un Jack Black que se destaca como hacedor de los mejores chistes. Los alter egos adultos de cada participante, radicalmente opuestos a la realidad, dan piedra libre a varios pasos de comedia con algún que otro gag divertido que aquellas caras conocidas se encargan de explotar al máximo.
La premisa es bastante simple y no presenta giros emocionantes. Se trata de un modelo hollywoodense prefabricado que ante la falta de riesgos se procura proporcionar un despliegue visual y sonoro efectivo. A las magníficamente logradas escenas de acción con los clásicos rinocerontes y otros animales salvajes, se suman las persecuciones del villano interpretado por Bobby Cannavale y sus secuaces motorizados. Un antagonista olvidable que representa lo más flojo del filme.
Los más grandes podrán disfrutar de los homenajes a Indiana Jones y otros blockbuster spielberianos, como así también a los juegos gráficos de acción y aventura retro.
Un reinicio aceptable y diferente a su antecesora que cumple como divertimento familiar en estas vacaciones.