Disney busca el próximo Piratas del Caribe junto a La Roca y Emily Blunt. ¿Jungle Cruise logra su cometido?
Al igual que su franquicia live-action más famosa, Piratas del Caribe, hoy intocable por la naturaleza radioactiva de Johnny Depp, Jungle Cruise está basado en una atracción clásica de Disneyland. En este sentido, podría argumentarse que la película triunfa, para bien y para mal, en parecerse al juego de parque de diversiones. Uno en que uno puede mayormente perderse por un rato y entretenerse, pero que una y otra vez nos recuerda que estamos ante artificio sin mucho más debajo de la superficie.
Al contrario de lo que podría uno inferir al mirar los posters y demás materiales promocionales, la protagonista de Jungle Cruise es la doctora en botánica Lily Houghton (Emily Blunt), quien junto con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) viaja en 1916 a la selva amazónica en búsqueda de una flor de leyenda, Las Lágrimas de la Luna, que se dice es una panacea que todo lo cura. Allí se encuentra con el capitán Frank Wolff (Dwayne La Roca Jahnson), quien los guiara a través del rio más largo del mundo. En contra no solo tendrán a la voraz selva y al patriarcado representado la vetusta sociedad científica, sino también a un príncipe prusiano, Joachim (Jesse Plemons), que les permite dejar descansar por un rato a los nazis como villanos, sin por eso prescindir de todos los tropos asociados de los alemanes excéntricos y despiadados.
(La inclusión de un personaje veladamente, pero nunca explícitamente, gay como MacGregor de seguro generará publicidad gratis a la película, tanto por los indignados de su inclusión en un film familiar, como por aquellos que opinan que no se fue lo suficientemente lejos en la inclusión).
De lo mejor de Jungle Cruise es su inmersión en un mundo con muchas capas y épocas, mezclándose a lo largo del viaje el pasado de la conquista española con el mundo del ocaso de la Belle Époque y la Gran Guerra. Aunque en el último tercio de la película, este volumen de la trama le termine jugando en contra, debiendo desacelerar el fundamental tirón hacia la conclusión para meter demasiada exposición, explicaciones y flashbacks.
En la historia de conquista genocida y magia exótica, Jungle Cruise recuerda a la genial y poco vista La Fuente de Darren Aronofsky, pero ciertamente su ADN está más cerca de otra película de Rachel Weisz, La Momia. Como esta última, aquí se intenta invocar, con cierto éxito, la influencia del cine de aventura codificado para dos o tres generaciones en Indiana Jones, a su vez un rescate de los viejos seriales hollywoodenses de la primera mitad del siglo XX. Esta búsqueda es acentuada, por momentos, por la banda sonora “williamsiana” de James Newton Howard. (Mientras que, en otros, encontramos el uso más inesperado de una canción de Metallica en una de Disney para toda la familia).
Podría decirse que Jungle Cruise está más cerca de la de Stephen Sommers que la de Spielberg en que termina por perderse en la selva del CGI, dotando a escenas de acción que de seguro nacieron en hermosos storyboards de esa ingravidez y artificialidad de simulador de Sacoa que plaga al cine de género desde que George Lucas fundó el culto a la pantalla verde con Episodio I. Lo cual podría parecer contraintuitivo, teniendo en cuenta que el director Jaume Collet-Serra, catalán de nacimiento, pero formado en Hollywood, nos tiene acostumbrados a un cine de acción con los pies más en la tierra, ejemplificado en sus múltiples colaboraciones con Liam “te voy a encontrar estés donde estés” Neeson.
Jungle Cruise
Es una pena, porque como suele ser el caso en este tipo de tanques, puede verse un trabajo hermoso de los equipos de diseño de producción y vestuario. En particular las secuencias ambientadas en el siglo XVI dejan ver una ambientación preciosista, con detalles alucinantes como las barrocas armaduras de los conquistadores españoles.
Claro que, cuando pones en cartel a dos de las estrellas más carismáticas de la actualidad como lo son La Roca y Emily Blunt, es evidente que la apuesta está en otro lado ¿Funciona la apuesta? Sí y no. Como nos tienen acostumbrados, ambos llenan la pantalla de manera que parece casi natural, sin esfuerzo, con su encanto. Donde no me termino de decidir es si compro la pareja, el histeriqueo del will-they-won’t-they de parejita dispareja que pelea, pero se ama. En este sentido, creo que Jungle Cruise falla en hacer que la suma sea más que sus partes.
En definitiva, tenemos aquí otro ejemplo de la máquina Disney ATP en modo mitad de tabla, que nunca termina de deslumbrar, pero sabe cumplir. Brilla el carisma del elenco puesto en pantalla y el trabajo de producción. Pero se cae en el uso indiscriminado de CGI que va detrimento de lo cinético e inmersivo que debe tener el cine de género, de aventura, además del error no forzado de estirar y amontonar historia y minutos de metraje, cuando a los efectos de entretener hubiese sido más efectivo algo más aerodinámico y compacto.