AMUSEMENT PARK MOVIES
Es irónico pensar en la existencia de películas como Jungle Cruise si tenemos en mente la denominación que Scorsese adoptó hace no mucho para las películas de Marvel y parecidas, como “amusement park movies”, o películas que equivalen a parques de diversiones. Y es que el último largometraje de Dwayne Jonhson es, exactamente, una adaptación de un amusement ride, una atracción de feria, un parque de diversiones. Pareciera que Disney redobla la apuesta y lleva al extremo de lo literal aquello que en las palabras de Scorsese no era más que una metáfora despectiva. En otras palabras, podría decirse que hay en este tipo de películas una intención de blanquear una concepción del cine de entretenimiento, liberándola de cualquier pose o culpa. Disney no se sonroja al realizar sus películas, ya no entendidas como esa forma artística inmaculada y aislada que añora Scorsese, sino como aún otro piece of content, porción de contenido que forma parte del entramado narrativo transmedia de Disney, compuesto por comics, series, películas, y, cómo no, parques de diversiones.
Claro que Jungle Cruise no es la primera adaptación cinematográfica de un parque de diversiones. Existe ya un antecedente infinitamente exitoso en la franquicia de Piratas del Caribe. De hecho, narrativamente, esta última película de Disney no es mucho más que un Pirates wanna be, un film habitado por seres de leyendas y maldiciones antiguas (esta vez ubicadas en la versión disneificada de la Sudamérica Precolombina, un “locus phantasticus” al servicio de la imaginación norteamericana), héroes carismáticos que combaten a los malos y a la desigualdad de género por igual, y un universo maravilloso realizado con avanzadas técnicas digitales.
Si se ha de juzgar a Jungle Cruise en este territorio, hay que decir que, aunque con un ritmo algo atropellado y algunas desprolijidades del montaje, no deja de ser en ningún momento entretenida. Los postureos y estereotipos propios de este nuevo woke Disney no llegan al punto de entorpecer el disfrute (como personalmente me pasó en los remakes de Mulán y Aladdin), el elenco es adecuado y hasta tiene algunos highlights (mencionar la esporádica aparición de Dani Rovira en un papel secundario) y el guion no teme construir aunque sea un poco de tensión sexual (algo que se ha perdido bastante en los blockbusters de los últimos años). Se abre con esta película al menos un pequeño punto de fuga dentro de la producción tan repetitiva del Disney de los últimos años.