Acompañados por el carismático capitán Frank, Lily y su asustadizo hermano McGregor se adentran en la peligrosa Amazonas en busca de un árbol místico que podría tener poderes curativos.
Acompañando las notas de una Nothing Else Matters Unplugged, una voz en off nos zambulle en el mito de las Lágrimas de la Luna, unos pétalos que desprende un supuesto Árbol de la Vida, cuyo poder ofrecen terminar con cualquier mal, incluso salvar a aquellos que están al borde de la muerte.
Tras esta intro informativa llena de acuarelas ya conocidas, nos metemos con los hermanos Houghton, Lily (Emily Blunt) y MacGregor (Jack Whitehall). Él es un flacucho débil y temeroso, ella es una valiente científica, decidida y temeraria, capaz de hacer las más increíbles volteretas por obtener su cometido. Tras escapar de las garras del maléfico príncipe Joachim (Jesse Plemons) durante un congreso de ciencia, ambos hermanos se hacen con la punta de flecha que los llevará al destino que Lily tanto quiere, por más que su hermano no esté de acuerdo; a las mismísimas Lágrimas de la Luna. Pero llegar hasta el rincón más recóndito del Amazona no es un paseo por el parque, por lo que deberán contratar los servicios del indomable, carismático, buen mozo, musculoso, poderoso -¿ya dije indomable?- Dwayne “The Rock” Johnson. Técnicamente, el personaje se llama Frank, pero no les quiero mentir, en La Roca haciendo de La Roca con un traje de marinerito apretado.
No me crean cínico, sabía muy bien dónde me estaba metiendo. De hecho, por más que mis palabras tengan cierta ironía hacia la trama o hacia sus propios personajes, esto es en realidad un cumplido, ya que por más que esta historia roce lo insulso o lo ya visto, estaría mintiendo si no dijese que la pasé bastante bien transitando este tumultuoso viaje. ¿Por qué? Porque toda buena película de aventura esconde vestigios de un género en particular, y en este caso, gracias a Michael Green (Logan, Blade Runner 2049), Glenn Ficarra y John Requa (Bad Santa, I Love You Phillip Morris), que se encargaron de escribir el guion, nos encontramos, otra vez, con una simple pero efectiva comedia romántica en el medio de la jungla. Lo vimos en Indiana Jones, lo vimos en La Momia, y hoy lo volvemos a ver en Jungle Cruise, aunque no de forma tan brillosa como en las películas mencionadas.
Hablemos un poco de cómo funciona una comedia romántica. Dentro de este género, estamos acostumbrados a encontrarnos con dos opuestos que, por lógica, sería imposible que terminen juntos, hasta que finalmente lo hacen y son la pareja más hermosa y deseable de la galaxia. La problemática en este film es que tanto Frank como Lily son… perfectos. De verdad. Hegemónicos, desde el pelo hasta los pies, habilidosos, simpáticos. Son iguales, no hay ningún contraste más que la diferencia de sexo. Entonces, ¿qué necesitan estos personajes aprender uno del otro si ya saben todo?
Jaume Collet-Serra, que tras House of Wax, Orphan y The Shallows me pregunto qué hace acá, dirige la cinta -lo que puede y le dejan- y nos lleva por un recorrido a través de los depredadores de jungla, en la cuál el más grande y fuerte es el que manda. Entonces, a partir de esta intervención, uno comprende que esta lucha de sexos no irá por el camino de los opuestos, sino por el del más fuerte. ¿Cómo van a hacer para sobrevivir, juntos, estos dos especímenes tan perfectamente diseñados durante un viaje lleno de peligros? Es así que la película nos presenta su gran aventura, llena de animales peligrosos, monstruos cuyos diseños se jactan de robar a mano armada de películas anteriores, mucho CGI y nazis con submarinos. En serio, ¿Qué pasa con La Roca y los submarinos?
A pesar de que los gags y las situaciones hilarantes entre los personajes son el plato fuerte de la película, sin mencionar la actuación de Plemons, que nos regala a un villano nazi estereotipado brillante, hay otro temilla que discutir sobre uno de los protagonistas, y ahora les caigo directo a los guionistas. ¿Por qué un personaje se mueve, acciona, pelea, sigue adelante? Fácil, tiene una motivación.
A lo largo del film conocemos las motivaciones de los diversos actuantes que persiguen el mismo objetivo, o simplemente son arrastrados al interior de la jungla. Desde Joachim hasta Aguirre, el conquistador maldito interpretado por Edgar Ramírez -cuya caracterización parece salida de Jumanji-, desde Frank a MacGregor, conocemos y nos identificamos con la búsqueda de cada uno, por más insulsa que sea. Pero nuestra coprotagonista, la que aparece en el poster, la mismísima Lily, no tiene motivación alguna, generando así que se transforme en un personaje más que olvidable al pasar los minutos. Todo su accionar, su búsqueda y su obstinada obsesión en encontrar estos pétalos es llevada adelante por el simple motivo de que puede hacerlo, y ya. Esto se suma a lo que mencione anteriormente en relación a su caracterización bidimensional. ¿Cómo podemos empatizar con un personaje que lo es todo y acciona porque sí?
Disney, si esta es tu forma de ponerte al día con la agenda progre, seguimos mal.
En definitiva, ¿Jungle Cruise funciona como una cinta que entretiene y nos despeja de este mundo pandémico? Claro que sí, está basada en uno de sus parques de atracciones, ruidos y colores hay por montones. Pero de todas formas, hay algo que Gore Verbinski nos regaló con sus piratas caribeños -que también se basaron en una atracción- y Collet-Serra no pudo hacerlo con sus aventureros; uno nos dio visión, el otro un título más a Disney+.
Ah, punto extra por Próxima, el jaguar de Frank. Bicho que tiene más profundidad que muchos de los otros personajes.