La leyenda de la fuente de la eterna juventud desveló por siglos a conquistadores europeos que la buscaron sin éxito por el continente americano, casi tanto como a las ciudades construidas de oro.
A principios del siglo XX, la doctora Lily Houghton (Emily Blunt) aún cree que la leyenda es real y que una punta de flecha recientemente encontrada en una expedición es la clave para resolver el misterio y encontrar al mítico árbol cuyos pétalos son capaces de curar cualquier enfermedad. Pero la sociedad de exploradores inglesa no está dispuesta a tomarla en serio ni a apoyar su aventura, por lo que parte junto su hermano MacGregor (Jack Whitehall) hacia lo profundo del Amazonas.
Allí contrata los servicios del capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un hombre que sobrevive sacando turistas por el río en su desvencijado barco, siguiendo un recorrido donde tiene montada toda una serie de falsas aventuras para impresionarlos. Aunque es bastante evidente que es un estafador, también queda claro rápidamente que Frank conoce el río como nadie y que sabe mucho más de la leyenda de lo que admite frente a Lily.
Jungle Cruise, conquistadores inmortales y submarinos
Inspirada por una atracción de parque de diversiones, con un elenco carismático y un director ecléctico como Jaume Collet-Serra (encabezó proyectos tan diversos como La Casa de Cera, Miedo Profundo, The Commuter y Black Adam) puesto a contar una historia de aventuras con un toque sobrenatural, Jungle Cruise es claramente el proyecto de franquicia con el que Disney pretende apuntar a ese sector que quedó huérfano con el agotamiento de Piratas del Caribe y su fallido intento de resurrección.
Aunque hay semejanzas en la estructura de la trama y en algunos personajes con Piratas del Caribe (hay algo de Sparrow en Frank así como de Davy Jones y Barbossa en los conquistadores malditos), por suerte Jungle Cruise comparte más que nada el espíritu con esa franquicia pero más que simplemente repetir la fórmula con un nuevo maquillaje para poder volver a venderla, construye algo nuevo y propio sobre eso. Siempre respetando el manual de estilo del ratón y aprovechando que es una historia “de época” como excusa para seguir replicando los estereotipos habituales, claro.
Si bien las escenas de acción son correctas, lo más efectivo de Jungle Cruise es el carisma de su elenco y la buena química entre el trío protagonista, especialmente en la cariñosa relación entre Lily y MacGreggor (la explicación del por qué de su lealtad hacia su hermana no aporta nada a la trama pero es un momento de ternura valioso). Todo eso no pasa con la tan previsible como innecesaria subtrama romántica que ya va siendo hora que deje de ser obligatoria en este tipo de películas, aunque sea para sorprendernos de vez en cuando con un final que no termine en el obligatorio beso de la princesa rescatada y el príncipe que acaba de conocer.
Hay una buena parte del humor de Frank que se basa en juegos de palabras que se pierden en la traducción al castellano, pero eso no impide que Dwayne Johnson siga solidificándose como un gran actor de comedias de acción familiares y no solo como una masa de músculos que impone presencia. Jungle Cruise es poco más que un producto genérico, pero como tal ofrece todo lo que promete y eso es más que suficiente.