Emily Blunt y Dwayne Johnson recuperan el cine de aventuras
Aggiornando el discurso a los tiempos vigentes, la propuesta, dirigida por el catalán Jaume Collet-Serra, entretiene de principio a fin con su dinámica narración que recupera el mejor cine familiar de aventuras, potenciado por la química y lograda interpretación de la dupla protagónica.
Inspirada en la atracción del mismo nombre, que durante años entretuvo a los visitantes del parque de diversiones más famoso del mundo, hábilmente el guion de Jungle Cruise (2021) recupera la leyenda de un mágico árbol que puede sanar de manera milagrosa y varios personajes que intentan dar con él por diferentes motivos.
Así, con una primera etapa en la que conoceremos a uno de los personajes motores del relato, Lily (Emily Blunt), una joven científica, y su hermano (Jake Whitehall), quienes intentarán, de manera frustrada, convencer a una asociación de investigadores sobre las propiedades y beneficios del árbol para conseguir fondos para dar con él.
Sin lograr su objetivo, pero “obteniendo” una pieza fundamental que podría acercarlos a él, se unirán al particular comandante de una embarcación turística (Dwayne Johnson) para llegar al misterioso árbol y evitar así que sus poderosos beneficios caigan en las manos equivocadas.
Entre Lily y Frank (Johnson) se configurará la clásica historia de opuestos que se atraen, incorporando la dosis necesaria de romance y coqueteo a la aventura, mientras luchan con aquellos que, primero, quieren lo mismo que ellos, apropiarse del árbol mágico, y, segundo, no ven con buenos ojos que una mujer lidere una expedición arqueolgógica por las peligrosas aguas de Brasil.
Refiriéndose a ella como “la mujer de los pantalones”, la joven científica deberá impedir que su género no continúe siendo un impedimento para alcanzar su meta, y menos cuando la amenaza del pasado, encarnada en el ambicioso conquistador español Aguirre (Edgar Ramírez) y sus secuaces (Dani Rovira, Quim Gutiérrez), y en la del presente, un “príncipe” nazi (Jesse Plemons), quieran hacerla desistir de todo y quedarse con el botín.
Jungle Cruise encarna la versión actual de un género que supo aglutinar a los espectadores en las salas, y que década tras décadas reunía a la familia para conocer lugares exóticos e inspiradores romances, educando a generaciones acerca de estereotipos y lugares comunes sobre aquello que Hollywood entendía como parte de su maquinaria.
Es imposible pensar aisladamente a esta producción sin recordar propuestas precedentes como La reina africana (The African Queen, 1951), Tras la esmeralda perdida (Romancing the Stone, 1984), cierta reminisencia a Los cazadores del arca perdida (Raiders from the lost ark, 1981), e inevitablemente, la reciente saga de Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean, 2003-2017), con quienes mantiene varios puntos en común, los que recupera, reelabora, y reivindica.
Jungle Cruise gracias al carisma del elenco supera la prueba de revisitar un género ya olvidado por Hollywood, el que, gracias a esta nueva aventura, podría resurgir y no sería raro ver en poco tiempo una nueva aventura de Lily y Frank, en busca de otro objeto preciado para la humanidad.