Las capas y los velos de la memoria
Juntas, documental de la rosarina Nadina Marquisio y la colombiana Laura Martínez Duque se despega rápidamente de la estructura habitual para vibrar desde la subjetividad y el protagonismo de dos mujeres, sus recuerdos, su presente y sus maneras de llevar adelante una historia de amor empezada hace tres décadas en Argentina.
La anécdota de la que se nutre este viaje con diferentes capas pone el ojo en las palabras de las protagonistas, además en las propias reflexiones de las directoras durante el rodaje y especialmente en Barranquilla, Colombia, un territorio que más allá del aspecto geográfico esconde un costado simbólico y de representación que no necesariamente es alterado por el paso del tiempo.
Aquello que se altera con el correr de los días y los años es la memoria y los caprichos de los recuerdos cuando las chances del regreso a los lugares significativos del pasado representan la difusa frontera entre el extrañamiento porque la mirada se renueva y la sensación de pisar fuerte en un territorio de los afectos y la propia historia, donde la mirada se inmiscuye subrepticiamente entre los relatos y la interpretación de esos relatos.
Todo se superpone en Juntas, por un lado la historia de Norma Castillo, correntina y Ramona ‘Cachita’ Arévalo, uruguaya, exponentes -sin proponérselo- de la experiencia del matrimonio igualitario en Argentina, emblema de la comunidad LGTB Latinoamericana y por otro la historia de amor clandestino que tiene en Colombia todos los condimentos de un gran romance clandestino entre dos mujeres.
Para la prensa sensacionalista “abuelitas” que se casaron en Argentina cuando en Colombia no se aprobó la ley del matrimonio igualitario por lo cual el retorno en 2013 (Ramona murió en 2018 en Buenos Aires) a ese lugar donde mantuvieron la relación a espaldas de la comunidad tiene aire a victoria, la misma de las realizadoras al haber encontrado a Norma y Ramona, acompañado en ese importante viaje y darle trascendencia desde la imagen, desde el cine y la magia que genera la percepción cuando una cámara se prende, capta un pedazo de vida, lo hace propio y lo deja libre.