Humor, amor y amargura
El debut del guionista Pablo Solarz como realizador tiene personalidad, mixtura y, en general, buen resultado.
No hay nada que no tenga un componente amargo: como autor, no hay que tenerle miedo. Me gustan las comedias, y también las películas con una comicidad que se va oscureciendo. Pienso en Los amantes : un final juntos también puede ser desolador, trágico”. Palabras que Pablo Solarz, exitoso guionista de Historias mínimas , ¿Quién dice que es fácil? y Un novio para mi mujer , le dijo a este periodista a fines de 2009. Pues bien, hoy estrena Juntos para siempre , su opera prima como realizador: y aquella vieja frase cobra vigencia. Se trata exactamente de eso: de una comedia romántica amarga. Con personalidad, incluso atormentada: al punto de que su título, que presagia más de lo mismo, es una gran ironía.
El perfil de los personajes y el tono general están regidos por un humor vagamente ácido. Pero el núcleo de la trama, el andamiaje narrativo y la resolución conducen hacia la desdicha. Solarz trabaja en tres líneas que se alternan y engarzan. 1) La de Javier (Peto Menahem), un guionista que se evade, a través del trabajo, del desmoronamiento de su noviazgo 2) La de Javier en el pasado, cuando conoció y fue feliz con Lucía (Malena Solda) 3) La de una historia oscura, familiar, que Javier está escribiendo y que lo obsesiona.
En esta subtrama, fantasía vuelta “realidad” en pantalla, el protagonista es Luis Luque, que interpreta (con enorme talento) a un personaje parecido al que encarnó en El gato desaparece : un tipo que transmite alienación con la mera mirada; tal vez, un peligro para su familia. Con mayor o menor énfasis, Solarz nos irá mostrando que la obra de un escritor siempre, o casi siempre, se parece a él mismo, aún cuando él mismo lo ignore.
Menahem carga con un papel complejo del que sale airoso: debe oscilar entre la comicidad y la perturbación. Solda encarna al personaje más realista: Lucía. Florencia Peña hace de la nueva novia de Javier, Laura, algo así como una rubia tarada (luego, morocha tarada), sumisa y conservadora. Mirta Busnelli es la madre de Javier, una mujer patética, encorsetada por el rivotril y los secretos de familia. Tanto Peña como Busnelli trabajan en un registro paródico clásico: ambas cumplen con sus funciones de aportar el perfil gracioso.
La película pierde, de a ratos, el ritmo (como si el timing se resintiera en el cruce de géneros) y abusa de ciertas bromas, como la del lapsus de Javier diciéndole Lucía a Laura. Igual, este debut de Solarz es mejor y, claro, más esperanzador que su mirada del mundo.