Buena... pero no tanto.
Ante una película como Juntos... pero no tanto, uno se podría preguntar qué quedó de aquel gran director llamado Rob Reiner, responsable de clásicos de los ochenta como This is Spinal Tap y Cuando Harry Conoció a Sally, entre otros. La respuesta sería que no demasiado: su nuevo film es demasiado regular, demasiado poco audaz, demasiado simple como para que el grueso de los espectadores lo retenga en su memoria por mucho tiempo.
Sin embargo, también podríamos hacer comparaciones menos odiosas y cotejar esta comedia romántica con los exponentes del género que se suelen estrenar en nuestro país. Lejos, muy lejos del tenor cómico soez que mantiene el paradigma humorístico hollywoodense de estos días, Juntos... es un filme que no apunta necesariamente a generar carcajadas sino que se preocupa más por conmover un poco, agradar otro poco y dejar finalmente a todos contentos, como corresponde. En una cartelera actual atiborrada de propuestas pochocleras o directamente para niños, el filme de Reiner toma una relevancia especial.
La historia tiene como protagonista a Oren Little (Michael Douglas), un ser humano despreciable, egoísta y malhumorado que se ha dedicado toda su vida a vender casas y pretende vender la última, la propia, una espectacular mansión valuada en más de ocho millones de dólares, para retirarse a Vermont. Mientras espera concretar su venta, vive en un humilde condominio junto a un grupo de simpáticos vecinos a los que detesta, entre los cuales se encuentra Leah (Diane Keaton). Pero todo cambiará cuando Oren se vea obligado a hacerse cargo de una nieta de diez años, de la cual no sabía su existencia, ante el pedido desesperado de un hijo que deberá pasar un tiempo en prisión.
Pese a que todos conocemos la estructura dramática de este tipo de películas -desde la sinopsis se deja ver que Oren irá ablandando su corazón a medida que avanza la relación con su nieta-, el guión de Mark Andrus (que también escribió Mejor... Imposible, una película con varias coincidencias con esta) es inteligente en la manera de desarrollar a su protagonista: Oren es un cínico empedernido, un egoísta extremo, pero el cambio no se produce de cualquier manera, sino que hay momentos límite que lo llevan a quebrar su coraza sentimental. Por otra parte, los momentos humorísticos están fuertemente apoyados en los diálogos, particularmente los de Oren con su vieja amiga Claire (una lúcida Frances Sternhagen), que aciertan en picardía y acidez. Lamentablemente, Reiner incluye algún momento de slapstick comedy bastante fallido, en el que volvemos a pensar qué quedó de aquel gran director de comedias de los ochenta.
En el apartado actoral, Keaton parece repetir el papel que le ha tocado en los últimos años y parece natural, mientras Douglas, que también reincide en un rol que le es familiar, se ve exagerado, a flor de piel, siempre al borde de la sobreactuación. El propio Reiner tiene un pequeño personaje secundario y Sterling Jerins se ve muy dulce como la tierna nieta aparecida de repente.
Juntos... no es un gran film, pero puede ser una oportunidad en una cartelera post vacaciones de invierno que tiene pocas propuestas para el público adulto. Será cuestión de seguir esperando, con más fe que otra cosa, que Reiner vuelva a dirigir un clásico del cine. Mientras tanto, tendremos que conformarnos con películas simples, pasatistas y con humor de salón, como esta.