El trillado humor de Rob Reiner
Rob Reiner es una de las maravillas más grandes salidas de Hollywood. Trajo al mundo filmes entrañables como el clásico de culto The Princess Bride, la macabra y brillante Misery –basada en la exitosa novela de Stephen King-, la eterna oda a la amistad infantil que es Stand by Me, el orgasmo tan falso como histórico de Meg Ryan en Cuando Harry Conoció a Sally, y más recientemente la coming of age Flipped. Es por eso que el hecho de que su nuevo trabajo, Juntos... pero no Tanto (And so it goes, en inglés), sea un chasco, resulta ser tan anticlimático como insultante.
La trama es la siguiente: Oren Little (Michael Douglas) es un agente inmobiliario que no le cae bien a nadie, y no por falta de motivos. Maleducado, repugnante y egocéntrico, el único objetivo en la vida de Oren es vender, vender y vender hasta jubilarse y pasar el resto de sus días en paz. Pero de golpe –y no tan sorprendentemente, si estamos acostumbrados a ver comedias románticas trilladas- su vida da un vuelco cuando el hijo del que estaba distanciado le deja a su nieta a su cargo. Y, como no tiene la menor idea de cómo cuidar a una chica de 9 años, se la encarga a su vecina, Leah (Diane Keaton), quien le enseña al cínico Oren a "abrir su corazón".
¿Por qué Reiner cayó tan bajo? Siempre logró crear historias tan interesantes como románticas, alejándose siempre de lo cursi y de los lugares comunes del género. Creó un estilo que muchos copiaron. Pero en este relato de amor pasada la mediana edad, Reiner parece haberse olvidado de todo lo logrado y aprendido en su filmografía pasada, y recluta a los ganadores del Oscar, los grandes Keaton y Douglas, para que encarnen la misma mediocridad.
Con un título que evoca a la célebre frase del eterno Kurt Vonnegut, y un romance más que predecible, Juntos...pero no Tanto es un intento fallido catastrófico de uno de los directores más aclamados de Hollywood de los últimos tiempos. Que en paz descanse su talento, hasta nuevo aviso.