La impunidad de la vejez
Tenemos presente nuevamente un film que tiene como protagonistas a adultos mayores, en este caso los reconocidos Michael Douglas y Diane Keaton. Desde hace unos años se viene incursionando en comedias románticas, como esta, que experimenta un tipo de amor distinto al de los jóvenes. Quizás esa visión “resongona” del amor es el tinte perfecto que da éxito a estos films. Los protagonistas son mayores y no buscan ese “amor para toda la vida”, ya lo han tenido o no les importa porque han dejado lejos a los sueños de la juventud. Ese desinterés los hace genuinos y los muestra con todos los defectos a flor de piel. Tienen la impunidad de la vejez y, junto con eso, una gracia propia de la experiencia y la acumulada decepción por la vida. Juntos… pero no tanto es una graciosa comedia que explota el lado más agrio de Douglas y el más sensible de Keaton.
Oren es un veterano vendedor de una inmobiliaria. Al parecer, en algún momento fue muy bueno en su trabajo, pero con el tiempo ha perdido su falta de flexibilidad y con ella su amabilidad con los posibles compradores. Leah es su vecina y una cantante-actriz frustrada. Pasa sus noches cantando en un bar de “mala muerte” recordando a su fallecido esposo. Oren también comparte la pena de haber perdido al ser más querido de su vidas. Su esposa falleció de cáncer. Las pérdidas han hecho de estos dos personajes seres desbordados, el uno por el mal humor y el otro por la pena y el llanto.
Entre estos dos personajes aparece, por fuerza mayor, una luz de juventud. Al hijo de Oren lo llevan preso y él se debe hacer cargo de su nieta de 10 años que conocía. La madre de la niña, por verse sumida en la drogadicción, no puede cuidar de ella, así que Oren no encuentra otra posibilidad que hacerse cargo de la chica. La pequeña realiza un vuelco en la vida de él y por proximidad en la vida de Leah, quien termina, por negligencia de Oren, haciéndose cargo también de la niña.
El aspecto más potente de Juntos… pero no tanto es la comicidad de estos dos actores, sobre todo Michael Douglas, que lleva adelante la postura de un viejo cascarrabias y mal llevado. El chicaneo, casi sin intención, pero constante, es lo que hace más funcional el humor en la película. Sin embargo, aparece también desarrollado el cuidado de los abuelos, con permisos y privilegios que los padres no darían a sus hijos. Entonces Juntos… pero no tanto es una película que apela al humor y reflexiona sobre la vejez, presentándola como una etapa de los hombres en la que ya no buscan los sueños de juventud y se enfrentan a nuevos y originales deseos.