En los tiempos post pandemia vamos a ver mucha porquería cinematográfica sobreproducida: los estudios, hambrientos de dólares, van a explotar al máximo todas sus propiedades intelectuales para sacar secuelas que no existen, cocinadas de apuro y envueltas en costosos papeles de regalo con un moñito arriba. Oh, si, también se van a concretar proyectos demoradísimos que el Covid retrasó durante años pero esos son los de menos y son limitados; el resto va a ser una parva de manotazos de ahogados para intentar paliar las deudas acumuladas durante meses y meses de inactividad.
Jurassic World: Dominion es un ejemplo cabal de ello. Uno se queja de que muchas veces las trilogías están cocinadas de apuro – la pegaron en la primera, emparcharon algo en la segunda y luego no saben qué hacer con la tercera -. Acá hay dos películas con temática completamente diferente que están pegadas con saliva, con el agravante que la última hora es una mala remake de Jurassic Park. Como las escenas de acción están bien filmadas – y el trío de Sam Neil, Laura Dern y Jeff Goldblum brilla por perfomance, nostalgia y carisma – el filme no se merece la peor calificación… aunque la pega en el palo.
En sí, Jurassic World: Dominion no es aburrida: lo que pasa es que es incoherente. Por una lado está la piba clonada de la hija de uno de los co fundadores de Jurassic Park – un espantoso parche a la mitología que se le ocurrió a la secuela anterior – y Chris Pratt y Bryce Dallas Howard cuidándola como sus padres, ya que piensan que los villanos de turno la van a raptar para obtener los secretos de su genoma. Cosa curiosa, la pelirroja le pone unas ganas tremendas mientras que Pratt va en piloto automático como si se hubiera dado cuenta de que esto es una porquería incoherente o simplemente que no entiende el libreto. Por otro lado los dinosaurios están sueltos por el planeta… y en la imagen mas estúpida de todas una familia de pterodáctilos anida encima de un rascacielos. Por mas que el libreto intente vender la idea de que dinosaurios y humanos pueden convivir, la lógica de la idea se escapa volando por la ventana. Te das cuenta de que los bichos se van a comer vacas y granjeros, van a atacar a otros animales necesarios para el equilibrio ecológico del planeta y el descalabro producido por esto llevará a la extinción del hombre. La solución mas lógica es armar una escuadra de helicópteros con cañones y misiles y salir a matar tantos dinosaurios como se pueda. ¿En serio vos te pensás que vas a poder tener una granjita cuando una banda de T-rex andan sueltos por ahí y se comen tus cerdos como si fuera caramelos?.
Mientras que ése es el enfoque lógico y brutal, el libreto insiste en la absurda movida ecologista de “salven a los dinosaurios”. Por si la lucha por la supervivencia del hombre en el planeta – y volver a ser la especie dominante – no fuera suficiente, hay una segunda trama donde los villanos sueltan hordas de langostas prehistóricas genéticamente modificadas que solo devoran cosechas que usen semillas no diseñadas por ellos. O sea, provocar una hambruna mundial para que todo el mundo le compre semillas. Todo cocinado de apuro, al mismo tiempo y como débil excusa para que los personajes de Dern, Neill y Goldblum entren a escena. Decí que los tipos irradian carisma y que con setenta y pico de años se ven como pibes con el jopo gris. Hubiera sido mejor dejarles la película a ellos pero… ¿qué hacemos con la insufrible inglesita adolescente, la pelirroja y el pétreo Pratt?.
Ni siquiera los cambios inyectados a la vida diaria por la aparición de los dinosaurios está montado como corresponde. Al menos podían tomar nota de Pacific Rim y armar un mundo clandestino o paralelo coherente y apasionante, dedicado a vender carne de dinosaurio o derivados. Pero acá todo eso va a las apuradas, los mercenarios tienen todo en una misma bodega – incluyendo algunos dinosaurios carnívoros realmente grandes; ¿ningún vecino se queja de los ruidos… o de que desparecen vecinos de un día para el otro? – hay comercio de animales prehistóricos, cocina de carne de los mismos, riña de velocirraptores… y en ese submundo cae la infumable pendex cuando es secuestrada. Como la saga se ha quedado sin villanos, han puesto al hijo de George C. Scott como Hodgson… el flaco que le daba la falsa espuma de afeitar a Newman en la primera Jurassic Park (¿se acuerdan cuando la saga era simple, apasionante y coherente?). Decir que Hodgson es un deus ex machina ambulante no es ninguna novedad: el tipo interviene en el peor momento de la historia solo para que los dos grupos de héroes – los nuevos y los históricos de la primera trilogía – coincidan en pantalla. Y, cuando se las ve negras, decide achicharrar a millones de langostas… soltándolas en su mega isla secreta solo para provocar un incendio masivo (por idiota!!) y perder billones de dólares en instalaciones. Un incompetente de primer orden.
Mientras Pratt se limita a levantar las manos todo el tiempo como si fuera un agente de tránsito, a los veteranos les toca el mal trago de montar una versión de teatro de barrio de la primera Jurassic Park en la hora final. Se nota que a Colin Trvorrow se le quemaron las ideas así que hace la gran J.J. Abrams (en El Despertar de la Fuerza) y regurgita Jurassic Park de manera textual: mas pibes en peligro, otro Jeep volcado, otro T-Rex que los persigue, otra incursión para reiniciar la energía a un sitio infestado de criaturas mortales, incluso vuelven los bichos que escupen veneno… y ustedes pueden anticipar a quién van a achurar. Creo que ese reciclado de la hora final es lo mas indignante que tiene el filme.
Lamentablemente no creo que se termine la saga ya que, a pesar de todo esto, recaudó cerca de 800 palos lo que no es poco en una taquilla que todavía no se recupera de la pandemia. O sea, contratarán a otro flaco para armar otra trilogía y seguirán lanzando filmes hasta que los números den en rojo. Es mas que probable que la franquicia termine como la de Animales Fantásticos o los Transformers – otro reboot / precuela que termina por quedarse sin nafta en el segundo o tercer filme por agotamiento de ideas y cansancio del público – porque, querramos o no, los dinosaurios siempre van a seguir fascinándonos… aunque las historias que los involucren sean cada vez mas pobres en cuanto a creatividad.