La acción y la nostalgia nuevamente se apoderan de la pantalla
Uno de los grandes temas de los últimos años relacionado con las secuelas es, justamente, la necesidad real de llevar adelante su producción por otra cuestión que no sea exclusivamente monetaria. Y ahí es donde con tristeza debo expresar que es casi imposible comprender quién pensó que cerrar la saga de Jurassic Park con este «bodoque» pleno de momentos fallidos sería una buena idea, y le haría justicia al film original. En otras palabras: ¡¿Por qué, Steven, por qué?! Colin Trevorrow repite en la dirección como lo hizo en la película de 2015, además de participar en el guion, y, desde ahí, todo es una caída prácticamente libre.
La conjunción del elenco fuerte en pleno (Sam Neil, Jeff Goldblum y Laura Dern, como Alan Grant, Ian Malcolm y Ellie Sattler) sumados a los protagonistas de la segunda vuelta de los dinosaurios, Chris Pratt y Bryce Dallas Howard (junto a los velociraptores entrenados), no alcanza para cumplir con las expectativas y apenas resume el deseo de los fans de ver toda la carne en el asador. De paso, no se olvidan de decir adiós al Dr Wu de la mano de BD Wong.
La aparición del nuevo personaje interpretado por DeWanda Wise, la intrépida aviadora Kayla Watts, es casi la única experiencia llamativa y aprovechada por la película de retirada, ya que el resto de los personajes nuevos están desperdiciados o no tienen volumen alguno.
Respecto de los efectos especiales, no hay nada que decir porque es obvio que en esto Amblin no falla; menos aún con los presupuestos que se designan para tal fin. Hasta trae a Dogson, el personaje del primer film, con un parecido llamativo a los innovadores tecnológicos de la actualidad, que parecen tener todos el mismo corte de pelo, con la recuperación más obvia de un objeto que se recuerde en el cine, solamente comparable con las medicinas infantiles de Séptimo.
Finalmente, en Jurassic World: Dominio lo esperado se da a medias porque la gran reunión se celebra para una especie de fiesta en pleno pero la realidad es que la película de aventuras no alcanza para dar lo necesario y, justamente, lo esperable. Hoy en día, tiempos en que todo se confunde y las opiniones con sustento son “lágrimas” y la defensa termina siendo una diatriba sin base argumental alguna más que la burla, dar una opinión negativa sobre una película puede generar una catarata de insultos. Entonces, entrego mi visión en una segunda parte.
La película, en lo más básico, cumple. Trae guiños a un gran personaje para el que el sombrero era primordial, y una marca registrada. También mantiene en la franquicia la importancia del apellido Lockwood. Ahora, ¿es todo lo que se esperaba? No. En las cuestiones más sencilla de resolver presenta baches, y eso la complica.
Tal vez un final menos obvio y trillado hubiera sido buena idea, más allá de la necesidad de darle sentido en el camino de la búsqueda inicialmente poética del ideólogo del parque, John Hammond (el fallecido actor Richard Attenborough), quien entendía que la atracción debía tener, de alguna manera y a su particular modo, un sostén moral, en paralelo con el entretenimiento. Por fuera de todos estos datos he visto cosas peores en plan secuela o finalización de una saga y un buen momento es posible en la sala de cine para los amantes de los dinosaurios en general y de Parque Jurásico en particular. Que pidan contenido promedio.