La franquicia iniciada por Steven Spielberg en 1993 llega a su fin luego de casi tres décadas. La esperada «Jurassic World: Dominion», sexta película de la saga, llega a las salas de nuestro país con mucha polémica encima. Cuatro años después de lo acontecido en «Jurassic World: Fallen Kingdom» (2018), los dinosaurios viven y cazan junto a los humanos en todo el mundo. Este frágil equilibrio remodelará el futuro y determinará, de una vez por todas, si los seres humanos seguirán siendo los depredadores máximos en un planeta que ahora comparten con las criaturas más temibles de la historia (Sinopsis de Filmaffinity).
Retrocedamos un poco en el tiempo para entender la importancia del nuevo estreno. A principios de los 90’ el reconocido Steven Spielberg creó «Jurassic Park». La cinta, basada en el libro homónimo de Michael Crichton, relata las aventuras de un grupo de expertos (Sam Neill, Jeff Goldblum y Laura Dern) en un parque de diversiones donde hay dinosaurios reales clonados. La idea principal que atraviesa la obra gira en torno a la intención que tiene el hombre (el ser humano en general) de controlar la naturaleza y su entorno a conveniencia. Ese debate ético, filosófico y moral atrapó a las audiencias y se convirtió en una obra de culto y éxito descomunal. Años más tarde llegó «The Lost World: Jurassic Park» (1997) protagonizada por Jeff Goldblum y Julianne Moore. Por último, el cierre de esa primera trilogía se dio con «Jurassic Park III» (2001) donde volvió a la acción Sam Neill como el doctor Alan Grant.
En el año 2015 se dio luz verde a una nueva trilogía de la franquicia. El pseudo reboot se llamó «Jurassic World» y llegó como un mega tanque comercial gracias al prestigio de sus antecesoras, un abultado presupuesto y las facilidades del CGI al servicio de la producción. Los nuevos aventureros en pantalla fueron Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, quienes se mantuvieron en el papel durante sus secuelas. Un dato significativo es que fue dirigida y coescrita por Colin Trevorrow, el mismo que fue responsable del guion de «Jurassic World: Fallen Kingdom» y volvió a la dirección para esta última entrega.
Se puede afirmar que ninguna de las cintas igualó la calidad de la primogénita. Parece ser que las sorpresas y buenas ideas se terminaron con aquel primer largometraje. Aun así, todas las películas tuvieron buen éxito en taquilla y mantuvieron interesado al público. Al fin y al cabo, conforman el conglomerado de películas sobre dinosaurios que mejor explora la idea que detallamos más arriba en el texto. «Jurassic World: Dominion» juega su última carta para intentar dar un cierre a la altura que inmortalice todas las historias contadas con broche de oro. En una época llena de reboots, secuelas tardías y reactivación de viejos clásicos, ésta no fue la excepción. El plato fuerte de este banquete de dinosaurios, personajes pasajeros y filosofía biogenética es la nostalgia. Ahora nos preguntamos: ¿Alcanza con los golpes de nostalgia para que una película sea buena?
El largometraje se autoproclama en un mundo donde los dinosaurios están dispersos por todos lados y conviven en relativa paz con los seres humanos. La secuencia inicial nos pone en contexto con un montaje genérico, símil nota periodística, donde se nos da las pautas del film. Inmediatamente después se encarga de ubicar en tiempo y espacio a cada uno de nuestros protagonistas. Recordemos que, para este cierre, vuelven al ruedo el trío protagónico original. Obviando el detalle de que toda esa media hora de presentación es una salida fácil y mil veces vista en términos de realización audiovisual, resulta un poco contradictorio que aquel «dominio jurásico» que nos venden desde el título, no se exhiba en pantalla. Aquella cinta que más dinosaurios promete, es la que menos dinosaurios tiene. Y no hablamos de cantidad de animales, la variedad está asegurada, nos referimos al poco tiempo en pantalla y la poca relevancia de sus acciones. Aquellas secuencias memorables de implacables velociraptores invadiendo la cocina quedaron en el olvido. De todas formas, los dinosaurios que se pueden apreciar son fabulosos en términos de diseño. El CGI crea unos reptiles muy convincentes y estéticamente acertados, además se incluyeron muchos animatronics que aportan un extra de realismo y verosimilitud que le dan un toque distinguido.
Como en la mayoría de las películas mainstream modernas, el gran déficit se encuentra en su guion. La historia general es un rejunte de secuencias y momentos que ya vimos anteriormente. Intentaron ir a lo seguro recreando instantes que fueron celebrados en su momento, pero ya no son aceptados de igual manera. Esa falta de creatividad, o comodidad, por parte de los creadores deriva en un film mediocre que no intenta superarse, solo intenta entretener lo suficiente como para llevarse a casa una buena ganancia. Una movida rentable para los productores que le falta el respeto a los espectadores que acuden a las salas con ganas de llevarse una experiencia memorable.
Centrarse en las relaciones humanas por sobre la existencia de dinosaurios no es del todo acertada en esta ocasión porque falla a la hora de empatizar con sus historias. Si bien venimos consumiendo el viaje de Chris Pratt y Bryce Dallas Howard durante toda la segunda trilogía, poco nos importa sus destinos y el de su hija. La vuelta de los protagonistas antiguos es atractiva, pero carece de un aporte real ya que cualquier personaje podría haber encarnado su empresa sin necesidad de que sean justamente ellos. Esa carencia deriva en sentirlo más como un fan service que otra cosa. En la misma línea, los nuevos personajes incorporados no tienen un propósito real ni razones válidas. Por último, el antagonista es de lo más genérico y olvidable que se vio en los últimos tiempos. Nunca se deja en claro quién es la real amenaza del largometraje, todo se queda a medias y termina siendo poco interesante.
Otro detalle de los tiempos modernos que se adiciona sin éxito es el empoderamiento femenino. Es cierto que se da más tiempo en pantalla a las acciones de las mujeres y se las representa con mayores fortalezas, pero al final de cuentas las decisiones más importantes (con consecuencias reales dentro de la trama) las toman los hombres. El personaje de Pratt sigue siendo quien salva al de Dallas Howard en todo momento, el personaje de Dern no puede afrontar los desafíos sin la ayuda del de Neill y el único personaje femenino realmente rudo, interpretado por DeWanda Wise, casualmente recae en el estereotipo de lesbiana masculinizada. Todos estos giros de guion lo único que logran es derribar rápidamente la máscara de feminismo que intenta tapar una clásica historia del salvador blanco. De forma similar ocurre con la cuota de inclusión que implica rellenar el reparto con actores negros y asiáticos.
Por último, queremos hacer mención del poco riesgo que se toma a la hora de elegir el tono general del metraje. Es un mundo plagado de dinosaurios carnívoros, pero no vemos ni una sola muerte en pantalla. Es una cinta centrada en persecuciones y enfrentamientos donde los animales solo persiguen a los protagonistas, no hay sangre en ningún momento y los escenarios cambian según las necesidades de la historia. Evidentemente, querían una película apta todo público que puede reproducirse en cuanta pantalla esté a su alcance.
La conclusión nos hace pensar negativamente sobre la obra. Sin prejuicios, nos dispusimos a analizar lo más objetivamente posible el contenido y este fue el resultado. Es una película diseñada para aquellos que disfruten de la acción sin más preámbulos (al mejor estilo «Rápido y furioso»). Los diálogos intentan generar algún tipo de profundidad, pero se quedan en el intento. Lo mejor termina siendo esa carta de añoranza que hablamos en un principio. En respuesta a nuestra pregunta original: los golpes de nostalgia no alcanzan para que una película sea buena.
A pesar de todo, el epílogo final deja un sabor positivo en cuanto al cierre de cada historia. Es agradable que finalmente dejen descansar en paz aquella cinta original que tantos buenos momentos le brindó al cine. Por cierto, no esperes escena postcrédito, estamos frente a un cierre definitivo. Al menos por el momento.