Y se viene la tercera...
Es una de las sagas más icónicas de todos los tiempos y recuerdo que hace tres años cuando llegó la primera entrega no solo redimió al factor nostalgia, sino que basándose en un salto temporal pudo encontrar una forma para revitalizar la saga. Esa forma de narración repercutió en Star Wars y seguramente lo haga a futuro con Terminator.
La entrega anterior de Jurassic World había traído como factor sorpresa la forma lucrativa de los dinos como atracciones. La escena del dinosaurio marino agarrando un tiburón fue una de las mejores en esos avances.
Hoy, con el estreno de la secuela lejos estamos de recordar alguna escena que genere la misma adrenalina. Sin embargo, da la sensación que el corte del estudio apeló a la fórmula de la nostalgia en exceso. Las referencias a Jurassic Park: El mundo perdido son varias. El retorno del protagonista a la isla Nublar y la persecución es un calco de esa secuela no tan exitosa de Jurassic Park, en la que si hacen un poco de memoria no aparecía Alan Grant.
Esta nueva entrega ofrece excelentes efectos especiales entre los que destacamos el regreso de los animatrónicos. De todos modos podemos calificar a esta nueva entrega como la más floja de la saga no tanto por ofrecer algo similar a lo que ya vimos sino por apelar -quizás en exceso- al factor nostalgia. Claramente no alcanza con esto sólo.
Rexy, una inminente re extinción y la idea de querer usar a los dinos como armas de guerra surgen como las novedades a destacar. Ah,y lo más importante de todo: el regreso de Jeff Goldblum como el matemático Ian Malcolm.
Jurassic World: El reíno caído no hizo más que preparar la cancha para lo que viene que se presupone habrá de concluir esta segunda trilogía con una épica a la altura de lo que esperan los fans.