A 25 años del estreno de Jurassic Park, el clásico film de Steven Spielberg, llega la quinta entrega de la saga relanzada en 2015 con Jurassic World - Mundo Jurásico. En este caso, no dirigió Colin Trevorrow (quien figura como coguionista y rodará Jurassic World 3 para su lanzamiento en 2021), sino el catalán J.A. Bayona, quien viene sumando puntos dentro de Hollywood con títulos como El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme.
Con Jurassic World - El reino caído, Bayona contó con un generoso presupuesto de 170 millones de dólares para narrar una historia protagonizada otra vez por Owen Grady (Chris Pratt) y Claire Dearing (Bryce Dallas Howard), quienes son contratados para regresar al arrasado parque en la isla costarricense de Nubar (que encima tiene un volcán en erupción) por el ambicioso Eli Mills (Rafe Spall), que pronto mostrará sus verdaderas intenciones de atrapar a los dinosaurios del lugar y transportarlos a tierra firme para vendérselos a un multimillonario (Toby Jones) y profundizar las investigaciones genéticas.
Bayona pendula con indudable oficio entre cierto espíritu spielbergiano y algunos pasajes de terror gótico (la marca “autoral”), pero la película -más allá de algunos pocos pasajes de humor negro y de algunas escenas visualmente sobrecogedoras- no sale de una correcta medianía, de las limitaciones de una fórmula que este subgénero ayudó a construir y no tiene ningún prurito en reciclar.
No hay en Jurassic World - El reino caído grandes sorpresas: aparecen nuevos personajes juveniles y hasta infantiles y -para los nostálgicos- regresa brevemente nada menos que el Ian Malcolm de Jeff Goldblum (coprotagonista de las dos primeras entregas), pero el personaje no tiene demasiado espacio para su lucimiento. Más allá de la solvencia narrativa de Bayona, el principal hallazgo de la película pasa -otra vez- por los diseñadores, los magos de los efectos visuales que son capaces de reproducir enfrentamientos entre violentas criaturas incluso en ámbitos urbanos. Los dinosaurios no van a desaparecer. Al menos mientras sigan llenando las cuentas bancarias de Hollywood...