Jurassic World 2: Redención y Diversión Jurásica.
Después de un decentemente mediocre reinicio de franquicia, el director de “El Orfanato (2008)” devuelve la saga al constante entretenimiento y ocasional excelencia que la caracteriza en nuestra memoria.
La opinión de la primera Jurassic World varía dependiendo de que tan necesitado estaba uno de la nostalgia que llevó a Chris Pratt y Los Clonosaurios a recaudar más de un billón y medio de dólares, coronándose como la segunda película más taquillera de 2015. Esta vez la secuela dista bastante de su mediocre original, reuniendo toda la habilidad que su director J.A. Bayona mostró en cada una de sus anteriores películas (El Orfanato, Lo Imposible e incluso A Monster Calls) y, llevando a su máximo potencial, un guion bastante más ambicioso que el de su paupérrima primera entrega, aunque definitivamente igual de irregular.
La trama enfrenta y lleva más allá las consecuencias no solo de la primera entrega sino de la tecnología que permite llevar a cabo una propuesta tan ridícula como la clonación de dinosaurios. No importa que tan cerca o lejos quieran estar del tema sus protagonistas, rápidamente todos volverán a esa isla a poner sus vidas en riesgo. Esta vez no solo estarán acompañados de los dinosaurios: la misma Isla Nublar se encuentra a punto de hacer erupción.
Al comprender las herramientas y técnicas propias de “Jurassic Park”, y por lógica también de la mente maestra de Spielberg, el director logró no solo referenciar o recordar exitosamente sensaciones de los mejores momentos de la franquicia sino también permitirse recontextualizarlas efectivamente. No solo es una excelente secuela, se trata efectivamente casi de un reboot (en el mejor de los sentidos) de toda la franquicia, incluyendo la primera “Jurassic World (2015)”, al mismo tiempo que sirve como continuación de la misma. Si la anterior buscaba recordarnos la magia de la original, esta se envalentona y apunta a aplicar todos los hechizos propios del tomo mágico Spielbergiano.
Es una cinta que se permite ser muchas cosas, con humor e incluso terror en su justa aunque ambiciosa medida, y que acaba sostenida casi totalmente por la habilidad de su director. No hay prácticamente escena o secuencia que no se encuentre ejecutada a la perfección, con los pocos puntos flojos siendo consecuencia de un irregular montaje y cuestionables decisiones creativas por parte del guion escrito en parte por el director de la primera, Colin Trevorrow. Otro gran nombre que regresa es el del gran compositor Michael Giacchino (colaborador de Pixar, J.J. Abrams, Star Wars y Star Trek, entre otros), que realiza con esta banda sonora uno de sus mejores trabajos hasta la fecha.
Pero por supuesto los regresos más importantes son los del elenco: a Chris Pratt y Bryce Dallas Howard se les suma Jeff Goldblum, con un breve cameo más substancial que lo que uno podría sospechar en un principio. La cinta logra sacarle a Pratt casi todo el jugo posible, entregando casi todo el potencial cómico y protagónico con el que se lo suele asociar (algo que no termina concretándose en casi ninguna de sus películas), mientras que el personaje de Dallas Howard vuelve a ser el centro de una trama que los tendrá siempre en el medio de la acción, aún cuando se vean relegados en pos de la trama en general a manos de un protagonista inesperado.
La primera parte de la película apuesta por el espectáculo monumental, mostrando una épica de lava y dinosaurios, mientras que la historia va evolucionando a lugares más pequeños hasta encontrarse en un último tercio siendo prácticamente una cinta de terror minimalista con nuestros protagonistas encerrados con el dinosaurio más letal hasta ahora. Dispone de la diversión que la primera ofrecía a cuenta gotas y la lleva a un punto de ebullición para luego cambiar completamente y entregar un desenlace adrenalínico e íntimo a la vez, con los suficientes giros y planteos que hacer anticipar de gran manera la espera por una eventual tercera parte.
Entre el excitante espectáculo del principio y las tensiones finales definitivamente hay un lamentable medio de película que deviene en algo tan poco interesante y mediocre como la Jurassic World original, pero incluso eso tiene las incógnitas y los condimentos suficientes para que sea fácil enfocarse en todo lo bueno que es el resto. Sin dudas una de las grandes opciones para disfrutar al máximo lo que puede ofrecer una sala de cine, con bondades que superan por mucho a sus defectos. Se trata de dos horas de puro entretenimiento con la excelencia suficiente por parte de su director como para olvidarnos de lo que vino antes y dejarnos emocionados por lo que va a venir después.