En el marco de una discusión que plantea si la humanidad (el senado de Estados Unidos, en realidad) debe dejar morir en manos de un volcán a los “desextintos” dinosaurios o si se los debe tratar de salvar como animales de cualquier otra especie, los hechos llevan a que una vez más los dos protagonistas del film anterior lleguen a la abandonada isla de Jurassic World. Semejante puntapié inicial da lugar a los más descoloridos clichés que la saga puede entregar: un anciano filántropo que da todo por que sobrevivan los dinosaurios, la mujer fuerte e independiente que defiende sus ideales proteccionistas, el villano capitalista que quiere hacer un negocio y el “comic relief” del nerd fóbico cuyo miedo ofrece risas fáciles con gags sencillos y efectivos.
El guión es absolutamente de manual. Una subestimación imperiosa del público que hace que hasta el espectador más molesto e irrespetuoso que desde la butaca juega a vaticinar lo que sucederá en la escena siguiente, acierte. “Se lo come el dinosaurio”. “Seguro estaba muerto”. Sí, todo eso va a pasar. Ni siquiera para las mentes menos inquietas la trama presentará giros impredecibles, sino que por el contrario de a ratos puede volverse bastante tediosa.
Sin embargo no todo es sufrimiento. Jurassic World ofrece al menos un par de escenas interesantes como aquella que se alcanza a esbozar desde el tráiler, que parece una suerte de homenaje al cine de terror clásico al mejor estilo Nosferatu con el dinosaurio ocupando el lugar del vampiro. El brío técnico es como siempre correcto. Los efectos digitales están a la orden del día, las atmósferas creadas son precisas y acorde a lo que la secuela demanda, pero aun así algo falta. Y ese algo no es nada menos que la historia que parece muchísimo menos ambiciosa que su predecesora o inclusive que cualquiera otra de la saga. Luego del conflicto de proporciones bastante más épicas de Jurassic World, su secuela se queda corta. Ni siquiera los personajes llegan a desarrollarse con eficacia para generar interés en el público. Los efectos especiales, ruidos y tomas impecables no alcanzan a escapar del cliché y de todo lo esperable.